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2025

Domingo | 25 de Mayo


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Lectura apostólica

Por el precursor.

Lectura de la segunda carta de san Pablo a los Corintios.

2 Co. 4:6-15

Hermanos, el mismo Dios que dijo ‘Del seno de las tinieblas brille la luz’ la ha hecho brillar en nuestras mentes, para iluminarnos con el conocimiento de la gloria de Dios, que brilla en el rostro de Cristo. Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro, para que se vea claramente que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros. Vivimos siempre apretados, pero no aplastados; apurados, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no rematados. Llevamos siempre en nuestros cuerpos, por todas partes, la muerte de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues, aunque vivimos, nos vemos continuamente expuestos a la muerte por causa de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De modo que la muerte actúa en nosotros, pero en ustedes la vida. Está escrito: Creí, por eso hablé. Pues bien, conforme a ese espíritu de fe, también nosotros creemos, y por eso hablamos, sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará con Jesús y nos presentará ante él junto con ustedes. Y todo esto ha redundado en su provecho, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. [BJ-SAOGM]

Evangelio

Sexto domingo, del ciego

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

Jn. 9:1-38

En aquel tiempo, según caminaba Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?» Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado; cuando llega la noche, nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo.» Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva y untó con el barro los ojos del ciego. Luego le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir ‘Enviado’). Él fue, se lavó y volvió ya viendo. Los vecinos y los que solían verle antes mendigar comentaban: «¿No es éste el que se sentaba para mendigar?» Unos decían: «Es él». «No —decían otros—, será alguien que se le parece.» Pero él decía: «Soy yo.» Le preguntaron entonces: «¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?» Él respondió: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me untó los ojos y me dijo: ‘Vete a Siloé y lávate.’ Yo fui, me lavé y vi.» Ellos le preguntaron: «¿Dónde está ése?» Respondió: «No lo sé.» Entonces llevaron a los fariseos al que antes era ciego. (Era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos.) También los fariseos le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.» Algunos fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.» Otros decían: «Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes signos?» Y había disensión entre ellos. Entonces le preguntaron otra vez al ciego: «¿Y tú qué dices de él, ya que te ha abierto los ojos?» Él respondió: «Que es un profeta.» Los judíos no creían que aquel hombre hubiera sido ciego; así que llamaron a los padres del que había recobrado la vista y les preguntaron: «¿Es éste su hijo, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?» Sus padres respondieron: «Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Pero cómo ve ahora, lo ignoramos; y tampoco sabemos quién le ha abierto los ojos. Pregúntenle, que ya tiene edad y puede hablar de sí mismo.» Sus padres decían esto por miedo a los judíos, pues éstos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno lo reconocía como Cristo, quedara excluido de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: «Edad tiene; pregúntenselo a él.» Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.» Les respondió: «Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo.» Le preguntaron entonces: «¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?» Él replicó: «Se lo he dicho ya, y no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo otra vez? ¿Es qué quieren también ustedes hacerse discípulos suyos?» Ellos le llenaron de injurias y le dijeron: «Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es.» El hombre les respondió: «Eso es lo extraño: que ustedes no sepan de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos. Sabemos que Dios no presta atención a los pecadores; sin embargo, escucha al que es religioso y cumple su voluntad. Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada.» Ellos le respondieron: «Has nacido todo entero en pecado, ¿y pretendes darnos lecciones?» Y lo echaron fuera. Jesús se enteró de que lo habían echado fuera. Cuando se encontró con él, le preguntó: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?» Él respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» Jesús le dijo: «Le has visto. Es el que está hablando contigo». A lo que él contestó: «Creo, Señor.» Y se postró ante él. [BJ-SAOGM]

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Sinasario

Del menaion.

El 25 de mayo conmemoramos el tercer encuentro de la preciosa cabeza del santo y glorioso profeta, precursor y bautista Juan.

Del Pentecostario.

Siendo hoy el sexto domingo de la Pascua, celebramos el milagro que realizó nuestro Señor, Dios y Salvador Jesús Cristo en el ciego de nacimiento.

Versos

Luz de Luz y Dador de la Luz, Tú das ojos al ciego de nacimiento, oh Logos.

Por tu infinita misericordia, oh Cristo Dios nuestro, Dador de la luz, ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.

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Normas de Ayuno

Hoy toda clase de comida es permitida.