2025
Martes | 25 de Febrero
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Lecturas del Ciclo Regular
Lectura apostólica
Martes de la semana de lácteos
Lectura de la carta universal de Judas.
Judas 1:1-10
Judas, siervo de Jesús Cristo, hermano de Santiago, a los que han sido llamados y amados por Dios Padre, y guardados para Jesús Cristo. Les deseo misericordia, paz y amor abundantes. Queridos, tenía yo mucho empeño en escribirles acerca de nuestra común salvación, y me he visto en la necesidad de hacerlo para exhortarlos a combatir por la fe que ha sido transmitida a los santos de una vez para siempre. Porque algunas personas se han introducido solapadamente, gente a la que hace tiempo la Escritura señaló ya para esta sentencia condenatoria. Son impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan al único Dueño y Señor nuestro Jesús Cristo. Aunque ya aprendieron de una vez para siempre todo lo que les voy a decir, quiero recordarles que el Señor, después de librar al pueblo de Israel de la tierra de Egipto, aniquiló a los que no creyeron; y también que a los ángeles que no mantuvieron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene guardados con ligaduras eternas bajo tinieblas para el juicio del gran Día. Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas sirven también de ejemplo, pues fornicaron como ellos y se fueron tras una carne diferente, padeciendo así la pena de un fuego eterno. Igualmente éstos, a pesar de todo, alucinados en sus delirios, contaminan su cuerpo, desprecian al Señorío e injurian a las Glorias. En cambio, el arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo disputándose el cuerpo de Moisés, no se atrevió a pronunciar contra él juicio alguno injurioso, sino que dijo: «Que te castigue el Señor». Pero éstos injurian lo que ignoran, y se corrompen en las cosas que, como animales irracionales, conocen por instinto. [BJ-SAOGM]
Evangelio
Martes de lácteos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
Lc. 22:39-42, 45-71; 23:1
En aquel tiempo, salió Jesús y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos. Los discípulos le siguieron. Llegado al lugar, les dijo: «Pidan que no caigan en tentación.» Se apartó de ellos como un tiro de piedra y, puesto de rodillas, oraba así: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza. Les dijo: «¿Cómo es que están dormidos? Levántense y oren para que no caigan en tentación.» Estaba todavía hablando, cuando se presentó un grupo, encabezado por el llamado Judas, uno de los Doce, que se acercó a Jesús para darle un beso. Jesús le dijo: «¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!» Advirtiendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: «Señor, ¿golpeamos con la espada?» Entonces uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la oreja derecha. Pero Jesús dijo: «¡Dejen! ¡Basta ya!», y tocando la oreja le curó. Dijo Jesús a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido contra él: «¡Han salido con espadas y palos, como si fuese un bandido! Todos los días estaba yo en el Templo con ustedes y no me pusieron las manos encima. Pero ésta es su hora y el poder de las tinieblas.» Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote; Pedro le iba siguiendo de lejos. Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos. Una criada, al verlo sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: «Éste también estaba con él.» Pero él lo negó: «¡Mujer, no le conozco!» Poco después lo vio otro y dijo: «Tú también eres uno de ellos.» Pedro respondió: «¡No, hombre, no!» Pasada como una hora, otro aseguraba: «Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo.» Le dijo Pedro: «¡Oye, no sé de qué hablas!» Y en aquel mismo momento, cuando aún estaba hablando, cantó un gallo. El Señor se volvió y miró a Pedro. Pedro se acordó entonces de las palabras que le había dicho el Señor: «Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.» Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente. Los hombres que le tenían preso se burlaban de él y le golpeaban. Le cubrían con un velo y le preguntaban: «¡Adivina! ¿Quién te ha pegado?» Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas. En cuanto se hizo de día, se reunió el Consejo de Ancianos del pueblo: sumos sacerdotes y escribas. Le hicieron venir a su Sanedrín y le dijeron: «Si tú eres el Cristo, dínoslo.» Él respondió: «Si se lo digo, no me creerán. Si les pregunto, no me responderán. De ahora en adelante, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios.» Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?» Él respondió: «Ustedes lo dicen: Yo soy.» Añadieron ellos: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca.» Se levantaron todos ellos y lo llevaron ante Pilato. [BJ-SAOGM]
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Sinasario
Del menaion.
El 25 de febrero conmemoramos a nuestro padre entre los santos Tarasio el confesor, arzobispo de Constantinopla.
Por sus santas intercesiones, oh Dios, ten piedad de nosotros. Amén.
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Normas de Ayuno
Alimentos permitidos: lácteos, huevos, pescado, aceite y vinos. Prohibido: todo tipo de carne.
Es la tercera semana del Triodio.