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2025

Domingo | 2 de Febrero

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Lectura apostólica

Por la fiesta.

Lectura de la carta de san Pablo a los Hebreos.

Hb. 7:7-17

Hermanos, es incuestionable que el inferior recibe la bendición del superior. Y aquí, entre nosotros, reciben el diezmo hombres mortales; pero allí lo recibe uno de quien se asegura que vive. Además, puede decirse que hasta el mismo Leví, que percibe los diezmos, los pagó en la persona de Abrahán, pues ya estaba en las entrañas de su antepasado cuando Melquisedec le salió al encuentro. Pues bien, si la perfección se alcanzara por el sacerdocio levítico —pues de él recibió el pueblo las leyes—, ¿qué necesidad habría ya de que surgiera otro sacerdote a la manera de Melquisedec, y no «a la manera de Aarón»? Porque, cambiado el sacerdocio, necesariamente se cambian las leyes. Pues aquel de quien se dicen estas cosas pertenece a una tribu de la que nadie sirvió al altar. En efecto, es bien sabido que nuestro Señor procede de Judá, una tribu que no menciona Moisés al hablar del sacerdocio. Todo esto es aún más evidente si surge otro sacerdote a la manera de Melquisedec, es decir, que lo sea, no por ley de sucesión carnal, sino por la fuerza de una vida indestructible. De hecho, lo confirma la Escritura: “Tú eres sacerdote para la eternidad, a la manera de Melquisedec.” [BJ-SAOGM]

Evangelio

Por la fiesta.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

Lc. 2:22-40

En aquel tiempo, los padres llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor, y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. Vivía por entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Era una persona justa y piadosa, que esperaba que Dios consolase a Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. El Espíritu Santo le había revelado que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo. Cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, lo tomó en brazos y alabó a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz, porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a las gentes y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está destinado para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción —¡a ti misma una espada te atravesará el alma!—, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.» Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada. Casada en su juventud, había vivido siete años con su marido, y luego quedó viuda hasta los ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Presentándose en aquel mismo momento, comenzó a alabar a Dios y a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todo lo ordenado por la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su pueblo de Nazaret. El niño crecía, se fortalecía y se iba llenando de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él. [BJ-SAOGM]

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Sinasario

Del menaion.

El 2 de febrero celebramos la fiesta de la Presentación de Nuestro Señor Jesús Cristo, cuando el justo Simeón lo recibió en sus brazos.

A Dios sea la gloria y el dominio por los siglos. Amén.

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Normas de Ayuno

Hoy toda clase de comida es permitida.