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Hieraticón
Divina Liturgia de S. Juan Crisóstomo
Menaion - 31 de Diciembre
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LITURGIA
ENARXIS, LETANÍA DE LA PAZ, ANTÍFONAS
DIÁCONO
Bendice, soberano.
SACERDOTE
Bendito el reino del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
CORO
Amén.
DIÁCONO
En paz, roguemos al Señor.
CORO (después de cada petición)
Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Por la paz de lo alto y por la salvación de nuestras almas, roguemos al Señor.
Por la paz del mundo entero, la estabilidad de las santas Iglesias de Dios y la unión de todos, roguemos al Señor.
Por esta santa morada y por todos los que en ella entran con fe, devoción y temor de Dios, roguemos al Señor.
Por los cristianos piadosos y ortodoxos, roguemos al Señor.
Por nuestro arzobispo (N.), el honorable presbiterado y el diaconado en Cristo; por todo el clero y el pueblo, roguemos al Señor.
Por nuestra piadosa nación, por toda autoridad y poder roguemos al Señor.
Por esta ciudad (Monasterio, Pueblo, o Isla), por toda ciudad y país, y por los fieles que en ellos habitan, roguemos al Señor.
Por un clima benéfico, por la abundancia de los frutos de la tierra y por tiempos pacíficos, roguemos al Señor.
Por quienes viajan por mar, tierra o aire, por los enfermos, los afligidos, los cautivos y por su salvación, roguemos al Señor.
Por nuestra liberación de toda tribulación, ira, peligro y necesidad, roguemos al Señor.
Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y protégenos, Dios, por tu gracia.
Conmemorando a la Santísima, pura, benditísima, y gloriosa doncella nuestra, la Theotokos y siempre Virgen María; con todos los santos, encomendémonos cada uno a sí mismo y unos a otros y nuestra vida entera a Cristo nuestro Dios.
CORO: A ti, Señor.
SACERDOTE (en voz baja)
ORACIÓN DE LA PRIMERA ANTÍFONA
Señor Dios nuestro, de poder irrepresentable y gloria incomprensible, de misericordia incalculable y filantropía indecible; con tu entrañable compasión Soberano, observa a nosotros y a esta tu santa morada, activa las riquezas de tu misericordia y de tu compasión entre nosotros y a quienes junto con nosotros oran.
SACERDOTE (en voz alta)
Pues a ti se debe toda gloria, honor y adoración: al Padre y al Hijo y al Espíritu santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
CORO
Amén.
Primera antífona. Tono 2. Salmos 9, 110.
Verso 1: Te doy gracias, Señor, de todo corazón, voy a proclamar todas tus maravillas. [BJ-SAOGM]
Por las intercesiones de la Theotokos, Salvador, sálvanos.
Verso 2: En la reunión de los justos y en la comunidad. Grandes son las obras del Señor.
Por las intercesiones de la Theotokos, Salvador, sálvanos.
Verso 3: Meditadas por todos que las aman.
Por las intercesiones de la Theotokos, Salvador, sálvanos.
Verso 4: Actúa con esplendor y majestad, su justicia permanece para siempre.
Por las intercesiones de la Theotokos, Salvador, sálvanos.
Gloria. Ahora y siempre.
Por las intercesiones de la Theotokos, Salvador, sálvanos.
PEQUEÑA LETANÍA
DIÁCONO
Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.
CORO: Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y protégenos, Dios, por tu gracia.
CORO: Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Conmemorando a la Santísima, pura, benditísima, y gloriosa doncella nuestra, la Theotokos y siempre Virgen María; con todos los santos, encomendémonos cada uno a sí mismo y unos a otros y nuestra vida entera a Cristo nuestro Dios.
CORO: A ti, Señor.
SACERDOTE (en voz baja)
ORACIÓN DE LA SEGUNDA ANTÍFONA
Señor, Dios nuestro, salva a tu pueblo y bendice a tu heredad; protege la plenitud de tu Iglesia, santifica a los que aman la hermosura de tu morada, glorifícales también con tu divino poder y a nosotros que esperamos en ti no nos abandones.
SACERDOTE (en voz alta)
Porque tuyo es el poder, y tuyos son el reino, la fuerza y la gloria; del Padre y del Hijo y del Espíritu santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
CORO
Amén.
Segunda antífona. Tono 2. Salmo 111.
Verso 1: ¡Dichoso el hombre que respeta al Señor, que encuentra placer en todos sus mandatos! [BJ-SAOGM]
Sálvanos, Hijo de Dios, Tú que naciste de una virgen. Te cantamos, ¡Aleluya!
Verso 2: Su estirpe arraigará con fuerza en la tierra.
Sálvanos, Hijo de Dios, Tú que naciste de una virgen. Te cantamos, ¡Aleluya!
Verso 3: Su casa abundará en riqueza y bienestar, se afianzará su justicia para siempre.
Sálvanos, Hijo de Dios, Tú que naciste de una virgen. Te cantamos, ¡Aleluya!
Verso 4: En las tinieblas ilumina a los rectos.
Sálvanos, Hijo de Dios, Tú que naciste de una virgen. Te cantamos, ¡Aleluya!
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Hijo Unigénito y Verbo de Dios: tú que eres inmortal; accediste para nuestra salvación, a encarnarte de la santa Theotokos y siempre virgen María, inalterado te hiciste hombre; crucificado, Cristo Dios, con tu muerte a la muerte venciste; eres uno de la santa Trinidad, glorificado con el Padre y el Espíritu Santo: ¡Sálvanos!
PEQUEÑA LETANÍA
DIÁCONO
Una y otra vez en paz, roguemos al Señor.
CORO: Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y protégenos, Dios, por tu gracia.
CORO: Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Conmemorando a la Santísima, pura, benditísima, y gloriosa doncella nuestra, la Theotokos y siempre Virgen María; con todos los santos, encomendémonos cada uno a sí mismo y unos a otros y nuestra vida entera a Cristo nuestro Dios.
CORO: A ti, Señor.
SACERDOTE (en voz baja)
ORACIÓN DE LA TERCERA ANTÍFONA
Tú que nos concediste la gracia de estas comunes y unísonas oraciones y que prometiste aceptar las peticiones a dos o tres concordes en tu nombre, tú mismo también ahora, cumple, las peticiones, de tus servidores para lo que conviene otorgándonos, en el presente siglo, el conocimiento, de tú verdad, y en el futuro, la vida eterna.
SACERDOTE (en voz alta)
Porque eres un Dios bondadoso y filántropo, y a ti rendimos gloria; al Padre y al Hijo y al Espíritu santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
CORO
Amén.
Tercera antífona. Tono 4. Salmo 109.
Verso 1: Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi diestra, hasta que haga de tus enemigos estrado de tus pies». [BJ-SAOGM]
Verso 2: El cetro de tu poder extenderá el Señor desde Sión.
Verso 3: Ya te pertenecía el principado el día de tu poder, un esplendor de tus santos.
Apolitiquio de la fiesta. Tono 4.
Tu Nacimiento, oh Cristo nuestro Dios, iluminó al mundo con la luz de la sabiduría, pues los que adoraban a los astros, por la estrella aprendieron a adorarte, oh Sol de Justicia, y a conocerte, Oriente de lo alto. ¡Oh Señor nuestro, gloria a Ti! [unES]
ENTRADA MENOR
Mientras se canta la tercera antífona (con sus versos), el sacerdote y el diácono se inclinan tres veces ante el altar. Luego el sacerdote entrega el santo evangelio al diácono, quien le besa la mano al recibirlo, y luego los dos caminan alrededor del santo altar para salir por la puerta norte. Los acólitos salen primero, portando velas y querubines. (Si no hay diácono, el sacerdote toma el santo evangelio y lo sostiene frente a su rostro.) Cuando llegan todos al centro de la iglesia, se detienen e inclinan la cabeza, y el Diácono dice en voz baja:
DIÁCONO (en voz baja)
Roguemos al Señor. Señor, ten piedad.
SACERDOTE (en voz baja)
ORACIÓN DE LA ENTRADA
Soberano Señor y Dios nuestro, que instituiste en los cielos legiones y ejércitos de ángeles y arcángeles al servicio de tu gloria, haz que con nuestra entrada se realice la entrada de los santos ángeles concelebrando y glorificando juntamente con nosotros tu bondad. Pues a ti se debe toda gloria, honor y adoración: al Padre y al Hijo y al Espíritu santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
DIÁCONO (en voz baja)
Bendice, soberano, la santa entrada.
SACERDOTE (en voz baja)
Bendita es la entrada de tus santos eternamente, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
DIÁCONO (en voz alta)
¡Sabiduría! ¡De pie!
CORO
Himno de la entrada. Tono 2.
Desde el seno materno, antes de la aurora, te he engendrado. Lo ha jurado el Señor y no va a retractarse: «Tú eres por siempre sacerdote, según el orden de Melquisedec». Sálvanos, Hijo de Dios, Tú que naciste de una virgen.
Te cantamos, ¡Aleluya!
Himnos después de la pequeña entrada.
CORO
Apolitiquio de la fiesta.
Del Menaion - - -
Tono 4.
Tu Nacimiento, oh Cristo nuestro Dios, iluminó al mundo con la luz de la sabiduría, pues los que adoraban a los astros, por la estrella aprendieron a adorarte, oh Sol de Justicia, y a conocerte, Oriente de lo alto. ¡Oh Señor nuestro, gloria a Ti! [unES] (3 veces)
Del Menaion - - -
Condaquio.
Tono 3. Melodía modelo (aftómelon).
Ἡ Παρθένος σήμερον.
Hoy la Virgen da a luz al inefable verbo; y la tierra ofrece al inasequible la gruta; los ángeles con los pastores lo glorifican; los magos con la luz del astro se encaminan. Pues, por nosotros ha nacido el nuevo Niño, el eterno Dios. [AA-MX]
HIMNO TRISAGIO
DIÁCONO
Roguemos al Señor.
CORO
Señor, ten piedad.
SACERDOTE (en voz baja)
ORACIÓN DEL HIMNO TRISAGIO
Santo Dios, que descansas entre tus santos y eres alabado por los Serafines con el himno trisagio y glorificado por los Querubines y adorado por toda potestad celestial, tú que de la nada trajiste todo a la existencia, que creaste al hombre a tu imagen y semejanza, y lo adornaste con todos tus dones; Tú que das al suplicante sabiduría y prudencia, y no desprecias al pecador, sino que instituiste el arrepentimiento para su salvación; Tú que dignificaste, a nosotros tus humildes e indignos servidores, de estar ahora ante la gloria de tu Santo Altar y de ofrecerte la adoración y la alabanza que te son debidas; Tú mismo, Soberano, recibe, aun de la boca de nosotros, pecadores, el himno trisagio, y visítanos en tu bondad. Perdona todas nuestras transgresiones voluntarias e involuntarias; Santifica nuestras almas y cuerpos, y concede que te adoremos en santidad todos los días de nuestra vida; por las intercesiones de la santísima Theotokos y de todos los santos que desde el origen de los siglos te complacieron.
SACERDOTE (en voz alta)
Porque tú eres santo, Dios nuestro, y a ti rendimos gloria: al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre,
DIÁCONO
y por los siglos de los siglos.
CORO
Amén.
HIMNO TRISAGIO
Santo Dios, santo Poderoso, santo Inmortal, ten piedad de nosotros. (3 veces)
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
DIÁCONO
¡Fuerte!
DIÁCONO (en voz baja)
Ordena, Soberano.
SACERDOTE (en voz baja)
Bendito es aquel que viene en el nombre del Señor.
DIÁCONO (en voz baja)
Bendice, soberano, el excelso trono.
SACERDOTE (en voz baja)
Bendito eres en el trono de la gloria de tu reino, tú que estás sentado sobre los querubines, eternamente, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
CORO
¡Fuerte!
Santo Dios, santo Poderoso, santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
LECTURAS
Lectura apostólica
Martes de la vigésima octava semana
DIÁCONO
¡Atendamos!
LECTOR
Proquímeno. Tono 8 (plagal 4). Salmo 65.
La tierra entera se postra ante ti y canta para ti, canta en tu honor. [BJ-SAOGM]
Verso: Aclama a Dios, tierra entera. [BJ-SAOGM]
DIÁCONO
¡Sabiduría!
LECTOR
Lectura de la segunda carta de san Pablo a Timoteo.
DIÁCONO
¡Atendamos!
LECTOR
2 Tm. 3:16 – 17; 4:1 – 4
Timoteo, hijo mío, toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra religiosamente maduro y preparado para toda obra buena. Te conjuro en presencia de Dios y de Cristo Jesús que ha de venir a juzgar a vivos y muertos, por su Manifestación y por su Reino: Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo; reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por su propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas. [BJ-SAOGM]
SACERDOTE
Paz a ti lector.
CORO
¡Aleluya, aleluya, aleluya!
(Se canta “Aleluya” tres veces. Los versículos correspondientes se encuentran en el documento “Liturgia - partes variables” de la misma fecha.)
SACERDOTE (en voz baja)
ORACIÓN DEL SANTO EVANGELIO
Soberano filántropo, haz brillar en nuestros corazones la luz pura de tu conocimiento, y abre los ojos de nuestro entendimiento a la comprensión de tus predicaciones evangélicas; inculca asimismo en nosotros el temor de tus bienaventurados mandamientos a fin de que, habiendo pisoteado todos los deseos carnales, vayamos en busca de un espiritual modo de vida, pensando y obrando cuanto es de tu agrado. Porque tú eres la iluminación de nuestras almas y cuerpos, Cristo Dios, y a ti rendimos gloria junto con tu Padre que no tiene principio y con tu santísimo, bondadoso y vivificador Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Evangelio
Martes de la 15a semana de Lucas
DIÁCONO
¡Sabiduría! ¡De pie! Escuchemos el santo Evangelio.
SACERDOTE: Paz a todos.
CORO: Y a tu espíritu.
DIÁCONO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
SACERDOTE
¡Atendamos!
CORO
¡Gloria a ti, Señor, gloria a ti!
DIÁCONO
Mc. 11:11-23
En aquel tiempo, Jesús entró en Jerusalén, en el Templo, y, después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania. Al día siguiente, cuando salían de Betania, sintió hambre. Al ver de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella. Se acercó a ella, pero no encontró más que hojas. (Es que no era tiempo de higos.) Entonces le dijo: «¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!» Sus discípulos oyeron lo que decía. Llegaron a Jerusalén. Una vez allí, entró Jesús en el Templo y comenzó a echar fuera a los vendedores y compradores; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas, y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo. Y les enseñaba, diciendo: «¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las gentes? ¡Pero ustedes la tienen hecha una cueva de bandidos!» Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas, que buscaban la forma de poder matarle. Y es que le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina. Al caer la tarde, salió de la ciudad. Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. Pedro se acordó y le dijo: «¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca.» Jesús les respondió: «Tengan fe en Dios. Yo les aseguro que quien diga a este monte: ‘Quítate y arrójate al mar’, sin vacilar en su interior y creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendrá.» [BJ-SAOGM]
SACERDOTE
Paz a ti, evangelizador.
CORO
¡Gloria a ti, Señor, gloria a ti!
SACERDOTE (en voz baja)
SEGUNDA ORACIÓN DE LOS FIELES
De nuevo y reiteradamente nos postramos ante ti, y te pedimos, bondadoso y filántropo, que, habiendo atendido nuestra petición, purifiques nuestra alma y cuerpo de toda mancha de carne y de espíritu, y nos concedas, sin culpa ni condenación, presentarnos ante tu santo altar. Otorga, además, Dios, a los que oran junto con nosotros, el progreso en la vida, en la fe y en el conocimiento espiritual; concédeles, que te rindan siempre culto con temor y amor, que sin culpa ni condenación participen de tus santos misterios y sean hechos dignos de tu reino celestial.
SACERDOTE (en voz alta)
Para que siendo protegidos siempre bajo tu poder, te rindamos gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
CORO: Amén.
GRAN ENTRADA
Himno querúbico
Quienes a los querubines místicamente representamos y a la vivificadora Trinidad el himno trisagio cantamos: todo mundano afán depongamos. Para acoger al rey de todos.
SACERDOTE (en voz baja)
ORACIÓN DEL HIMNO QUERÚBICO
Ninguno de los que se hallan atados por los deseos y placeres carnales es digno de llegar o de acercarse a ti, ni de servirte, rey de la gloria; pues el servirte es cosa grande y terrible aun para las potestades celestiales. No obstante, por tu indecible e infinito amor a la humanidad, te hiciste hombre sin cambio ni alteración, y te erigiste sumo sacerdote nuestro, concediéndonos a nosotros el ministerio de este litúrgico e incruento sacrificio, como Soberano de todo; puesto que sólo tú, Señor Dios nuestro, ejerces el dominio sobre todas las cosas celestiales y terrenales; tú que te asientas sobre el trono de los querubines; que eres el Señor de los serafines; que eres el Señor de los Serafines y el rey de Israel, el único santo, y descansas entre los santos. A ti, pues, dirijo mi súplica, único bueno y pronto para escuchar: Obsérvame a mí, tu pecador y inútil siervo y limpia mi alma y mi corazón de conciencia de malignidad; y hazme capaz por el poder de tu santo Espíritu, ya que me hallo investido de la gracia del sacerdocio, para estar ante esta tu santa mesa y ministrar tu santo e inmaculado Cuerpo y tu preciosa Sangre. Pues ante ti acudo e inclinado la cabeza te suplico; no apartes de mí tu rostro, ni me rechaces de entre tus hijos, sino dígnate aceptar de mí, tu servidor, pecador e indigno, estos dones; porque tú mismo eres quien ofrece y quién eres ofrecido, tú quien recibes y quién eres distribuido, Cristo Dios nuestro, y a ti rendimos gloria junto con tu Padre eterno y tu santísimo Espíritu bueno y vivificador, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Quienes a los querubines místicamente representamos y a la vivificadora Trinidad el himno trisagio cantamos: todo mundano afán depongamos. * Para acoger al rey de todos. Acompañado invisiblemente por legiones angélicas. ¡Aleluya, aleluya, aleluya! (3 veces)
DIÁCONO
El Señor Dios se acuerde eternamente de todos ustedes y de todos los piadosos Cristianos Ortodoxos en su reino ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
CORO: Amén.
Acompañado invisiblemente por legiones angélicas. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!
LETANÍA COMPLETIVA
DIÁCONO
Completemos nuestra súplica al Señor.
CORO (después de cada petición)
Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Por los preciosos dones ya ofrecidos, roguemos al Señor.
Por esta santa morada y por todos los que en ella entran con fe, devoción y temor de Dios, roguemos al Señor.
Por nuestra liberación de toda tribulación, ira, peligro y necesidad, roguemos al Señor.
Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y protégenos, Dios, por tu gracia.
Que el día entero sea perfecto, santo, pacífico, y sin pecado, pidamos al Señor.
CORO (después de cada petición)
Concédelo, Señor.
DIÁCONO
Un ángel de paz, guía fiel y custodio de nuestras almas y cuerpos, pidamos al Señor.
Perdón y remisión de nuestros pecados y transgresiones, pidamos al Señor.
Cuanto es bueno y conveniente para nuestras almas, y por la paz del mundo, pidamos al Señor.
Que el tiempo restante de nuestra vida se complete en paz y penitencia, pidamos al Señor.
Un fin cristiano de nuestra vida, exento de dolor y vergüenza, pacífico, y una buena defensa ante el temible tribunal de Cristo, pidamos al Señor.
Conmemorando a la Santísima, pura, benditísima, y gloriosa doncella nuestra, la Theotokos y siempre Virgen María; con todos los santos, encomendémonos cada uno a sí mismo y unos a otros y nuestra vida entera a Cristo nuestro Dios.
CORO: A ti, Señor.
SACERDOTE (en voz baja)
ORACIÓN DEL OFERTORIO
Señor Dios todopoderoso, único santo, que recibes el sacrificio da alabanza de los que a ti claman con todo el corazón acepta la súplica de nosotros pecadores y recíbela sobre tu santo altar; haznos capaces de presentarte dones y sacrificios espirituales por nuestros pecados y por la ignorancia del pueblo, y haznos dignos de hallar gracia ante ti, para que nuestro sacrificio te sea aceptable y el Espíritu de tu gracia more en nosotros, y en estos dones aquí presentes, y en todo tu pueblo.
SACERDOTE (en voz alta)
Por las misericordias de tu Hijo Unigénito, con quien eres bendito junto con tu santísimo, bondadoso y vivificador Espíritu, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
CORO: Amén.
BESO Y CONFESIÓN
SACERDOTE: Paz a todos.
CORO: Y a tu espíritu.
DIÁCONO
Amémonos unos a otros, para que, unánimemente, confesemos.
CORO
Al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: Trinidad, coesencial e indivisible.
O en las concelebraciones:
Te amaré Señor, fortaleza mía; el Señor es mi apoyo, mi refugio y mi libertador. [SAOGM]
DIÁCONO
¡Las puertas! ¡Las puertas! Con sabiduría atendamos.
TODOS
EL SÍMBOLO DE LA FE
Creo en un solo Dios Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Y en un solo Señor Jesús Cristo, unigénito Hijo de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos; Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma esencia que el Padre, por quien todo fue hecho. Quien por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos, y se encarnó del Espíritu santo y de María la Virgen, y se hizo hombre. Fue crucificado por nosotros bajo Poncio Pilato, padeció y fue sepultado. Y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras. Y ascendió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre. Y de nuevo vendrá, con gloria, para juzgar a los vivos y a los muertos y su reino no tendrá fin. Y en el Espíritu santo, Señor, vivificador, que procede del Padre, que junto con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, que habló por medio de los profetas. En la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Confieso un solo bautismo para la remisión de los pecados. Espero la resurrección de los muertos, y la vida en la era futura.
CORO: Amén.
SANTA OBLACIÓN
DIÁCONO
Dispongámonos bien. Dispongámonos con temor, estemos atentos a la santa oblación que ofrecemos en paz.
CORO
Misericordia de paz, sacrificio de alabanza.
SACERDOTE
La gracia de nuestro Señor Jesús Cristo, y el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu santo sean con todos ustedes.
CORO
Y con tu espíritu.
SACERDOTE
Elevemos los corazones.
CORO
Los tenemos hacia el Señor.
SACERDOTE
Demos gracias al Señor.
CORO
Es digno y justo.
SACERDOTE (en voz baja)
Digno y justo es cantarte, bendecirte, alabarte, darte gracias y adorarte en todos los lugares de tu señorío, pues eres Dios inefable, incomprensible, invisible, inconcebible, eterno y siempre el mismo, tú y tu Hijo unigénito y tu Espíritu santo. Tú de la nada nos trajiste a la existencia, y cuando caímos, nos volviste a levantar, y no dejaste de hacer todo, hasta elevarnos al cielo, y otorgarnos tu reino venidero. Por todo ello damos gracias, a ti y a tu Hijo unigénito, y a tu Espíritu santo, por todas las cosas ya conocidas o desconocidas, y por todos los beneficios que nos han sido concedidos, tanto manifiestos como ocultos. Te damos gracias también por esta liturgia que te dignaste aceptar de nuestras manos, aunque te asisten miles de arcángeles y millares de ángeles, querubines y serafines de seis alas y de múltiples ojos que se remontan en las alturas volando.
SACERDOTE (en voz alta)
Cantando el himno de la victoria, proclamando, exclamando y diciendo.
CORO
Santo, santo, santo, Señor Sabaot, plenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en las alturas: bendito el que viene en el nombre del Señor. Hosanna en las alturas.
SACERDOTE (en voz baja)
Con estas bienaventuradas potestades, Soberano y filántropo, nosotros también exclamamos y decimos: Santo eres y santísimo, tú y tu Hijo unigénito y tu Espíritu santo; Santo eres y santísimo, y magnífica es tu gloria, ya que de tal manera amaste al mundo que diste a tu Hijo unigénito para que todo el que crea en él no se pierda, sino que alcance la vida eterna; el cual, después de haber venido y cumplido toda la economía para con nosotros, en la noche en que fue entregado o más bien, se entregó por la vida del mundo, tomó pan en sus santas, puras e inmaculadas manos, habiendo dado gracias y bendecido, santificado y partido. Lo dio a sus santos discípulos y apóstoles, diciendo:
SACERDOTE (en voz alta)
¡Tomen, coman, esto es mi Cuerpo, que por ustedes es partido, para la remisión de los pecados!
CORO: Amén.
SACERDOTE (en voz baja)
Del mismo modo, después de haber cenado, tomó el cáliz diciendo:
SACERDOTE (en voz alta)
Beban todos de él; esta es mi sangre, la del nuevo testamento, que por ustedes y por muchos es derramada para la remisión de los pecados.
CORO: Amén.
SACERDOTE (en voz baja)
Conmemorando, por lo tanto, este mandato para la salvación y todo lo que por nosotros se ha cumplido, la cruz, la sepultura, la resurrección al tercer día, la ascensión a los cielos, la entronización a la diestra y el segundo y glorioso nuevo advenimiento.
SACERDOTE (en voz alta)
Te ofrecemos lo que es tuyo, de lo que es tuyo, en todo y por todo.
CORO
Te alabamos, te bendecimos, te damos gracias, Señor, y te suplicamos, oh Dios nuestro.
SACERDOTE (en voz baja)
Te ofrecemos aun este culto racional e incruento, y te rogamos, pedimos y suplicamos: envía tu Espíritu santo sobre nosotros y sobre estos dones aquí presentes.
DIÁCONO (en voz baja)
Bendice, soberano, el santo pan.
SACERDOTE (en voz baja)
Y haz de este pan el precioso Cuerpo de tu Cristo.
DIÁCONO (en voz baja)
Amén.
Bendice, soberano, el santo cáliz.
SACERDOTE (en voz baja)
Y de lo que está en este cáliz, la preciosa Sangre de tu Cristo.
DIÁCONO (en voz baja)
Amén.
Bendice, soberano, juntamente los santos Dones.
SACERDOTE (en voz baja)
Transmutándolos por tu Espíritu santo.
DIÁCONO (en voz baja)
Amén. Amén. Amén.
SACERDOTE (en voz baja)
A fin de que sean para quienes comulguen con ellos: purificación del alma, remisión de los pecados, comunión de tu Espíritu santo, plenitud del reino de los cielos, confianza ante ti, y no motivo de juicio o condenación. Te ofrecemos aún, este culto racional, por los que se han dormido en la fe: los progenitores, padres, patriarcas, profetas, apóstoles, predicadores, evangelistas, mártires, confesores, ascetas y por todo espíritu justo perfeccionado en la fe.
SACERDOTE (en voz alta)
Especialmente por la santísima, purísima, benditísima, y gloriosa doncella nuestra, la Theotokos y siempre virgen María.
CORO
Himno a la Theotokos.
Oda novena. Irmos.
Tono 1.
Magnifica, alma mía, a Aquel que nos rescata de la antigua maldición. [IOE]
Más fácil sería para nosotros, y sin peligro, guardar un silencio respetuoso, oh Virgen, que componer por amor himnos harmoniosos y sabios, una obra difícil. Sin embargo, eres también nuestra Madre, danos pues, la inspiración de nuestra intención. [IOE]
SACERDOTE (en voz baja)
Por las súplicas del santo profeta, precursor y bautista Juan, de los santos gloriosos y alabadísimos apóstoles, de san (N.) cuya memoria celebramos y de todos tus santos, visítanos Dios y acuérdate de todos cuantos se han dormido, en la esperanza de la resurrección a la vida eterna, (menciona los nombres de los difuntos) y concédeles el descanso Dios nuestro, donde resplandece la luz de tu rostro. Te imploramos de nuevo Señor, acuérdate de todo el episcopado ortodoxo que enseña rectamente la palabra de tu verdad, de todo el presbiterado, del diaconado en Cristo y todo el orden clerical y monástico. Te ofrecemos aún este culto racional por el mundo entero, por la Iglesia, santa, católica y apostólica; por quienes viven en pureza y decencia; por nuestras autoridades muy creyentes y amantes de Cristo. Concédeles, Señor, una nación pacífica para que nosotros también, en su serenidad, llevemos una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y decencia.
SACERDOTE (en voz alta)
Primeramente acuérdate, Señor, de nuestro arzobispo (nombre): consérvalo para tus santas iglesias, en paz, seguridad, honor, salud, larga vida, y que enseñe rectamente la palabra de tu verdad.
CORO: Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Y de quienes tienen en mente cada uno; y de todos y de todas.
CORO
Y de todos y de todas.
SACERDOTE (en voz baja)
Acuérdate, Señor, de esta ciudad (o Monasterio, o Pueblo, o Isla) en que moramos, de toda ciudad y país y de los fieles que en ellos habitan. Acuérdate, Señor, de quienes viajan por tierra, mar y aire, de los enfermos, de los afligidos y de los cautivos, así como de su salvación. Acuérdate, Señor, de los que en tus santas Iglesias fructifican en buenas obras y de los que se acuerdan de los pobres, y envía sobre todos nosotros tu misericordia.
SACERDOTE (en voz alta)
Y concédenos que con una sola boca y un solo corazón glorifiquemos y alabemos tu honorabilísimo y magnífico nombre, del Padre y del Hijo y del Espíritu santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
CORO: Amén.
SACERDOTE
Que las misericordias de nuestro gran Dios y Salvador Jesús Cristo sean con todos ustedes.
CORO
Y con tu espíritu.
ORACIÓN DEL SEÑOR
DIÁCONO
Conmemorando a todos los santos, una vez más en paz roguemos al señor.
CORO: Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Por los preciosos dones ya ofrecidos y santificados, roguemos al Señor.
CORO: Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Para que nuestro Dios filántropo, quien los aceptó en su santo, celestial y racional altar como olor de fragancia espiritual, nos envíe la divina gracia y los dones del Espíritu santo, roguemos.
CORO: Señor, ten piedad.
Mostrar peticiones
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(Estas peticiones no se incluían originalmente. Probablemente fueron agregadas debido a la influencia de la Liturgia de los Dones Presantificados.)
DIÁCONO
Por nuestra liberación de toda tribulación, ira, peligro y necesidad, roguemos al Señor.
CORO
Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y protégenos, Dios, por tu gracia.
CORO
Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Que el día entero sea perfecto, santo, pacífico, y sin pecado, pidamos al Señor.
CORO (después de cada petición)
Concédelo, Señor.
DIÁCONO
Un ángel de paz, guía fiel y custodio de nuestras almas y cuerpos, pidamos al Señor.
Perdón y remisión de nuestros pecados y transgresiones, pidamos al Señor.
Cuanto es bueno y conveniente para nuestras almas, y por la paz del mundo, pidamos al Señor.
Que el tiempo restante de nuestra vida se complete en paz y penitencia, pidamos al Señor.
Un fin cristiano de nuestra vida, exento de dolor y vergüenza, pacífico, y una buena defensa ante el temible tribunal de Cristo, pidamos al Señor.
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Ocultar peticiones
DIÁCONO
Pidiendo por la unión de la fe y la comunión del Espíritu santo, encomendémonos cada uno a sí mismo, y unos a otros, y nuestra vida entera, a Cristo Dios.
CORO: A ti, Señor.
SACERDOTE (en voz baja)
A ti encomendamos toda nuestra vida y esperanza, Soberano filántropo; te imploramos, pedimos y suplicamos: haznos dignos de participar de tus celestiales y temibles misterios, de esta tu santa y espiritual mesa, con una conciencia limpia, para la remisión de los pecados, para el perdón de las transgresiones, para la comunión del Espíritu santo, para herencia del reino de los cielos y para confianza frente a ti. No para pecar ni ser condenado.
SACERDOTE (en voz alta)
Y haznos dignos, Soberano, de atrevernos a invocarte con confianza y sin condenación, a ti, Dios y Padre celestial, y decirte:
TODOS
ORACIÓN DEL SEÑOR
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
SACERDOTE
Porque tuyos son el reino, y el poder, y la gloria: del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
CORO: Amén.
INCLINACIÓN DE LAS CABEZAS
SACERDOTE: Paz a todos.
CORO: Y a tu espíritu.
DIÁCONO
Inclinemos la cabeza ante el Señor.
CORO: A ti, Señor.
SACERDOTE (en voz baja)
Te damos gracias, rey invisible, que por tu ilimitado poder hiciste todas las cosas, por la plenitud de tu misericordia, trayéndolo todo de la nada a la existencia. Tú, Soberano, mira desde el cielo a los que inclinan ante ti su cabeza. Pues no la han inclinado ante la carne y la sangre sino ante ti, el temible Dios. Por lo tanto, Soberano, haz eficaz la presente oblación por todos nosotros, según las necesidades de cada cual: navega con los navegantes, acompaña a los viajeros, sana a los enfermos, tú que eres el médico de nuestras almas y cuerpos.
SACERDOTE (en voz alta)
Por la gracia, compasión y filantropía de tu Hijo Unigénito, con quien eres bendito, junto con tu santísimo, bondadoso y vivificador Espíritu, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
CORO: Amén.
DIVINA COMUNIÓN
SACERDOTE (en voz baja)
Atiende Señor Jesús Cristo, Dios nuestro, desde tu santa morada y desde el trono de la gloria de tu reino, y ven a santificarnos, tú, que te asientas en las alturas con el Padre, y que estás aquí presente invisiblemente con nosotros; y dígnate concedernos, por tu poderosa mano, tu inmaculado Cuerpo y tu preciosa Sangre, y por nosotros a todo el pueblo.
DIÁCONO: ¡Atendamos!
SACERDOTE
Los santos para los santos.
CORO
Uno es santo, uno es Señor, Jesús Cristo, para la gloria de Dios Padre. Amén.
Mostrar las oraciones preparatorias para la comunión
TODOS
ORACIONES ANTES DE LA COMUNIÓN
Los siguientes textos de la comunión pueden variar de una parroquia a otra, dependiendo de las costumbres locales.
Creo Señor, y confieso, que en verdad eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo a salvar a los pecadores de los que yo soy el primero. También creo que éste es tu mismo inmaculado Cuerpo y que ésta es tu misma preciosa Sangre. Por eso te imploro: ten piedad de mí y perdona mis culpas, voluntarias e involuntarias, las de palabra o de obra, cometidas a sabiendas o en ignorancia, y hazme digno, sin condenación, de participar de tus inmaculados misterios, para el perdón de mis pecados y para la vida eterna. Amén.
Ahora que me acerco a la divina comunión, hacedor, no me consumas por comulgar; ya que tú eres fuego que abrasa al indigno, sino purifícame de toda mancha.
De tu cena mística, este día, Hijo de Dios, recíbeme a comulgar, pues no revelaré a tus enemigos tus misterios, ni un beso te daré como Judas, sino que, como el ladrón te confieso: ¡Acuérdate de mí, Señor, en tu reino!
Tiembla, hombre, cuando contemples la Sangre deificante; es una brasa que consume al indigno. El Cuerpo de Dios deifica y alimenta; deifica el espíritu y maravillosamente alimenta la mente.
Me sedujiste con ansia, Cristo, y con tu divino amor me convertiste. Consume ahora con fuego inmaterial mis pecados y hazme digno de saciarme del gozo que está en ti, para que saltando de alegría, bueno, magnifique tus dos advenimientos.
¿Cómo puedo yo, indigno, entrar en el esplendor de tus santos? Pues si me atrevo a entrar en la cámara nupcial mis vestidura me denunciará porque no es de bodas, y maniatado los ángeles me echarán. Limpia la inmundicia de mi alma y sálvame, Señor, pues eres filántropo.
Soberano, Filántropo, Señor Jesús Cristo, Dios mío, no sean para el juicio, por causa de mi indignidad, estos Santos Dones, sino para la purificación y santificación de mi alma y de mi cuerpo y para recibirlos como anticipo de la vida futura y tu reino; pues es bueno para mi aferrarme a Dios y poner en el Señor la esperanza de mi salvación.
De tu cena mística, este día, Hijo de Dios, recíbeme a comulgar, pues no revelaré a tus enemigos tus misterios, ni un beso te daré como Judas, sino que, como el ladrón te confieso: ¡Acuérdate de mí, Señor, en tu reino!
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CORO
Himno de la comunión. Salmo 110.
El Señor envió la redención a su pueblo. [BJ-SAOGM] ¡Aleluya!
DIÁCONO
Acérquense con respeto de Dios, con fe y con amor.
El sacerdote toma el santo cáliz de las manos del diácono y le da la comunión a cada uno diciendo: El (la) siervo (a) de Dios (N.) Comulga el valioso Cuerpo y Sangre del Señor, Dios y Salvador Jesús Cristo, para la remisión de tus pecados y para la vida eterna. Amén.
SACERDOTE
Salva, Dios, a tu pueblo y bendice a tu heredad.
CORO
Himno después de la comunión.
En lugar de “Vimos la luz verdadera”.
Tono 4.
Tu Nacimiento, oh Cristo nuestro Dios, iluminó al mundo con la luz de la sabiduría, pues los que adoraban a los astros, por la estrella aprendieron a adorarte, oh Sol de Justicia, y a conocerte, Oriente de lo alto. ¡Oh Señor nuestro, gloria a Ti! [unES]
DIÁCONO (en voz baja)
Eleva, soberano.
SACERDOTE (en voz baja)
Dios, elevada sea sobre los cielos y sobre toda la tierra tu gloria. (3 veces)
Bendito sea Dios nuestro.
SACERDOTE (en voz alta)
Eternamente, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
CORO: Amén.
ACCIÓN DE GRACIAS
DIÁCONO
¡De pie! Habiendo comulgado los divinos, santos, inmaculados, inmortales, celestiales, vivificadores y estremecedores misterios de Cristo, agradezcamos dignamente al Señor.
CORO: Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y protégenos, Dios, por tu gracia.
CORO: Señor, ten piedad.
DIÁCONO
Habiendo pedido que cada día entero sea perfecto, santo, pacífico, y sin pecado, encomendémonos cada uno a sí mismo, y unos a otros, y nuestra vida entera, a Cristo nuestro Dios.
CORO: A ti, Señor.
SACERDOTE (en voz baja)
ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS
Te damos gracias, Soberano filántropo, bienhechor de nuestras almas, porque también este día nos has hecho dignos de tus celestiales e inmortales misterios. Enséñanos nuestro camino, afírmanos a todos en tu temor, guarda nuestra vida y asegura nuestros pasos, por las oraciones y súplicas de la gloriosa Theotokos y siempre virgen María y de todos tus santos.
SACERDOTE (en voz alta)
Porque tú eres nuestra santificación y a ti rendimos gloria: al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
CORO: Amén.
DESPEDIDA
SACERDOTE: Salgamos en paz.
DIÁCONO: Roguemos al Señor.
CORO: Señor, ten piedad.
SACERDOTE
ORACIÓN DETRÁS DEL AMBÓN
Señor, que bendices a los que te bendicen, y santificas a los que ponen en ti su confianza, salva a tu pueblo y bendice tu heredad. Conserva la plenitud de tu Iglesia; santifica a los que aman la hermosura de tu morada. Glorifícalos tú también por tu divino poder y no abandones a quienes ponemos en ti nuestra esperanza. Otorga la paz al mundo, a tus Iglesias, a los sacerdotes, a nuestras autoridades, al ejército y a todo tu pueblo, porque toda buena gracia y todo don perfecto provienen de lo alto y descienden de ti, Padre de las luces; y a ti rendimos gloria, agradecimiento y adoración, Padre, Hijo y Espíritu santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
CORO: Amén.
Sea el nombre del Señor bendecido desde ahora y por los siglos. [SAOGM] (3 veces)
ORACIÓN DURANTE LA RECOLECCIÓN DE LOS DONES
SACERDOTE (en voz baja)
Cristo Dios nuestro, que eres el cumplimiento de la ley y de los profetas, que consumaste plenamente el designio del Padre, llena nuestros corazones de júbilo y regocijo, eternamente, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
DIÁCONO: Roguemos al Señor.
CORO: Señor, ten piedad.
SACERDOTE
La bendición del Señor y su misericordia vengan sobre ustedes, por su divina gracia y su filantropía, eternamente, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
CORO: Amén.
SACERDOTE
Gloria a ti, Cristo Dios nuestro. Gloria a ti.
El que nació en una cueva y yació en un pesebre para nuestra salvación, Cristo, verdadero Dios nuestro, por las intercesiones de su purísima e inmaculada Madre, por el poder de la vivificante y preciosa Cruz, la protección de las celestiales potestades incorpóreas, las súplicas del venerable y glorioso profeta, precursor y bautista Juan, de los santos, gloriosos y alabadísimos apóstoles, de los santos, gloriosos y victoriosos mártires, de nuestros justos y teóforos padres, (santo patrono del templo local); de los santos y justos familiares del Señor, Joaquín y Ana, y de todos los santos, tenga misericordia de nosotros y sálvanos, pues eres un Dios bondadoso y filántropo.
CORO
Al que nos bendice y santifica, conserva Señor, por muchos años.
SACERDOTE
Por las oraciones de nuestros santos padres, Señor Jesús Cristo Dios, ten piedad de nosotros y sálvanos.
CORO: Amén.