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Hieraticón

Liturgia de S. Basilio

Triodion

Gran Sábado Santo

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LITURGIA VESPERTINA DE S. BASILIO

SACERDOTE

Bendito el reino del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

LECTOR

Vengan, adoremos y prosternémonos ante Dios nuestro Rey.

Vengan, adoremos y prosternémonos ante Cristo, nuestro Rey y nuestro Dios.

Vengan, adoremos y prosternémonos ante el mismo Cristo, nuestro Rey y nuestro Dios.

Salmo 103 (104)

Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Extiendes los cielos como una tienda, construyes tu morada sobre las aguas; las nubes te sirven de carroza, avanzas en las olas del viento; los vientos de sirven de mensajeros; el fuego llameante, de ministro. Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás; la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas; pero a tu bramido huyeron, al fragor de tu trueno se precipitaron, mientras subían los montes y bajaban los valles: cada cual al puesto asignado. Trazaste una frontera que no traspasarán, y no volverán a cubrir la tierra. De los manantiales sacas los ríos, para que fluyan entre los montes; en ellos beben las fieras de los campos, el asno salvaje apaga su sed; junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto. Desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción fecunda; haces brotar hierba para los ganados, y forraje para los que sirven al hombre. Él saca pan de los campos, y vino que le alegra el corazón; y aceite que da brillo a su rostro, y alimento que le da fuerzas. Se llenan de savia los árboles del Señor, los cedros del Líbano que El plantó: allí anidan los pájaros, en su cima pone casa la cigüeña. Los riscos son para las cabras, las peñas son madriguera de erizos. Hiciste la luna con sus fases, el sol conoce su ocaso. Pones las tinieblas y viene la noche, y rondan las fieras de la selva; los cachorros rugen por la presa, reclamando a Dios su comida. Cuando brilla el sol, se retiran, y se tumban en sus guaridas; el hombre sale a sus faenas, a su labranza hasta el atardecer. Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas. Ahí está el mar: ancho y dilatado, en él bullen, sin número, animales pequeños y grandes; lo surcan las naves, y el leviatán que modelaste para que retoce. Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo: se la echas, y la atrapan; abres tu mano, y se sacian de bienes; escondes tu rostro, y se espantan; les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras, cuando Él mira la tierra, ella tiembla; cuando toca los montes, humean. Cantaré al Señor, tocaré para mi Dios mientras exista: que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. Que se acaben los pecadores en la tierra, que los malvados no existan más. ¡Bendice, alma mía, al Señor!

El sol, que conoce su ocaso; pones las tinieblas y viene la noche.

Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría. [CA-SAOGM]

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

¡Aleluya, aleluya, aleluya! Gloria a ti, oh Dios. (3 veces)

La esperanza nuestra, oh Señor, gloria a ti.

LETANÍA DE LA PAZ

DIÁCONO

En paz, roguemos al Señor.

CORO (después de cada petición)

Señor, ten piedad.

DIÁCONO

Por la paz de lo alto y por la salvación de nuestras almas, roguemos al Señor.

Por la paz del mundo entero, la estabilidad de las santas Iglesias de Dios y la unión de todos, roguemos al Señor.

Por esta santa morada y por todos los que en ella entran con fe, devoción y temor de Dios, roguemos al Señor.

Por los cristianos piadosos y ortodoxos, roguemos al Señor.

Por nuestro arzobispo (N.), el honorable presbiterado y el diaconado en Cristo; por todo el clero y el pueblo, roguemos al Señor.

Por nuestra piadosa nación, por toda autoridad y poder roguemos al Señor.

Por esta ciudad (Monasterio, Pueblo, o Isla), por toda ciudad y país, y por los fieles que en ellos habitan, roguemos al Señor.

Por un clima benéfico, por la abundancia de los frutos de la tierra y por tiempos pacíficos, roguemos al Señor.

Por quienes viajan por mar, tierra o aire, por los enfermos, los afligidos, los cautivos y por su salvación, roguemos al Señor.

Por nuestra liberación de toda tribulación, ira, peligro y necesidad, roguemos al Señor.

Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y protégenos, Dios, por tu gracia.

Conmemorando a la Santísima, pura, benditísima, y gloriosa doncella nuestra, la Teotocos y siempre Virgen María; con todos los santos, encomendémonos cada uno a sí mismo y unos a otros y nuestra vida entera a Cristo nuestro Dios.

CORO

A ti, Señor.

SACERDOTE

Pues a ti se debe toda gloria, honor y adoración: al Padre y al Hijo y al Espíritu santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

CORO

Tono 1.

Señor, a Ti he clamado, óyeme; óyeme, oh Señor. Señor, a Ti he clamado, óyeme; escucha la voz de mi oración, cuando Te invoque. Óyeme, oh Señor. [SAOGM]

Sea enderezada mi oración como incienso delante de Ti, y mis manos elevadas como sacrificio vespertino. Óyeme, oh Señor. [SAOGM]

Stijera resurreccionales

Del Triodion - - -

Stijeron 1. Tono 1.

Desde el abismo clamo a Ti, Señor. ¡Señor, escucha mi voz! [SAOGM]

Oh Señor Santo, recibe nuestras oraciones vespertinas, y concédenos perdón de nuestros pecados, porque tú solo has revelado la Resurrección al mundo. [SAOGM]

Stijeron 2. Tono 1.

¡Que tus oídos pongan atención al clamor de mis súplicas! [SAOGM]

Circunvalad a Sión, oh pueblos, y rodeadla, y glorificad al que en medio de ella se levantó de entre los muertos, porque Él es nuestro Dios, que nos ha librado de nuestras transgresiones. [SAOGM]

Stijeron 3. Tono 1.

Señor, si no Te olvidas de las faltas, ¿quién podrá subsistir? Pero de Ti procede el perdón. [SAOGM]

Venid, oh pueblos, y cantemos a Cristo, y postrémonos ante Él, glorificando su Resurrección de entre los muertos, porque Él es nuestro Dios, que al mundo libró del engaño del enemigo. [SAOGM]

Stijeron 4. Tono 1.

Espero, Señor, mi alma espera, confío en tu palabra; mi alma cuenta con el Señor. [SAOGM]

Por tu pasión, oh Cristo, hemos sido librados de las pasiones, y por tu resurrección hemos sido librados de la corrupción. Oh Señor, la gloria sea para ti. [KAD]

Stijera del Triodio.

Del Triodion - - -

Idiómelon 5. Tono 8 (plagal 4).

Como confía en la aurora el centinela, así Israel confíe en el Señor. [SAOGM]

Hoy el infierno exclama gimiendo: ¡No hubiera recibido al que nació de María, porque habiendo venido a mí, destruyó mi poder, destruyó las puertas de bronce, siendo Dios resucitó las almas que tenía en mi poder! Gloria Señor a tu Cruz y Resurrección. [SAOGM]

Repetir.

Idiómelon 5. Tono 8 (plagal 4).

Porque junto al Señor está su bondad y la abundancia de sus liberaciones, y Él liberará a Israel de todas sus culpas. [SAOGM]

Hoy el infierno exclama gimiendo: ¡No hubiera recibido al que nació de María, porque habiendo venido a mí, destruyó mi poder, destruyó las puertas de bronce, siendo Dios resucitó las almas que tenía en mi poder! Gloria Señor a tu Cruz y Resurrección. [SAOGM]

Idiómelon 6. Tono 8 (plagal 4).

¡Alaben al Señor en todas las naciones, y festéjenlo todos los pueblos! [SAOGM]

Hoy el infierno exclamó gimiendo: Mi autoridad fue quebrantada, recibí un mortal como los mortales, pero éste es Único, no le he podido retener en mi poder; sino que con Él soy despojado de los que estaban bajo mi poder. He reinado sobre los muertos desde el principio del mundo pero Éste resucita a todos. Gloria Señor a tu Cruz y Resurrección. [SAOGM]

Idiómelon 7. Tono 8 (plagal 4).

Pues su amor hacia nosotros es muy grande, y la lealtad del Señor es para siempre. [SAOGM]

Hoy el infierno exclama gimiendo: Mi poder ha sido anulado. El pastor ha sido crucificado y resucitó Adán. He sido privado de aquellos sobre los cuales reinaba, los que con mi poder retenía, a todos he devuelto. El crucificado vació los sepulcros venciendo el poder de la muerte. Gloria Señor a tu Cruz y Resurrección. [SAOGM]

Gloria.

Del Triodion - - -

Tono 6 (plagal 2).

El Gran Moisés anunció místicamente este día diciendo: “Y bendijo Dios el séptimo día”; pues este es el sábado bendito, este es el día de descanso en el que el Hijo Unigénito de Dios descanso de todas sus obras, observando el sábado corporalmente, mediante el cumplimiento el plan que lo llevó a sufrir la muerte, volviendo de nuevo a lo que era por la Resurrección concediéndonos vida eterna. Oh único bondadoso y amante de la humanidad. [SAOGM]

Ahora y siempre. Teotoquio.

Del Octóijos - - -

Tono 1.

Alabemos a la Virgen Maria, gloria universal; la que nació de la raza humana y dio a luz Soberano, ella es la Puerta del Cielo, cántico de potestades celestiales y adorno de los fieles. Ella nos abrió el Reino y es Templo de la Divinidad. Habiendo destruido el muro de la enemistad nos trajo la paz. Teniéndola como ancora de la fe, tenemos como aliado al Señor que de ella nació. Confiad, confiad pueblo de Dios, Él combatirá contra nuestros enemigos porque es Omnipotente. [JB]

DIÁCONO (en voz baja)

Roguemos al Señor.

SACERDOTE (en voz baja)

ORACIÓN DE LA ENTRADA

A la tarde, a la mañana y al medio día, Te alabamos, Te bendecimos, Te damos gracias y te suplicamos, Maestro de todo, Señor amante de la humanidad. Dirige nuestra oración como incienso ante Ti, y no inclines nuestros corazones a palabras o pensamientos de maldad; antes bien, líbranos de todos los que persiguen nuestras almas, pues, Señor, Señor, en Ti están nuestros ojos y en Ti esperamos; no nos dejes avergonzados, Dios nuestro.

DIÁCONO

¡Sabiduría! ¡De pie!

CLERO Y PUEBLO

Tono 2.

Luz apacible de la santa gloria del Padre Inmortal, Celestial, Santo, y Bendito: Jesús Cristo. Al llegar a la apuesta del sol, viendo la luz vespertina, cantamos himnos al Padre, Hijo, y Espíritu Santo—Dios. Digno es en todo tiempo cantarte con voces propicios, Hijo de Dios y Dador de Vida, por lo cual el mundo Te glorifica. [SAOGM]

DIÁCONO

Vespertino...

LECTURAS

Del Triodion - - -

LECTOR

Lectura del libro de Génesis.

SACERDOTE / DIÁCONO

¡Sabiduría! ¡Atendamos!

LECTOR

Gn. 1:1-13

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero. Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.» E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento, de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Y llamó Dios al firmamento «cielos». Y atardeció y amaneció: día segundo. Dijo Dios: «Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco»; y así fue. Y llamó Dios a lo seco «tierra», y al conjunto de las aguas lo llamó «mares»; y vio Dios que estaba bien. Dijo Dios: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.» Y así fue. La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que estaban bien. Y atardeció y amaneció: día tercero. [SAOGM]

LECTOR

Lectura de la profecía de Jonás.

SACERDOTE / DIÁCONO

¡Sabiduría! ¡Atendamos!

LECTOR

Jon. 1-4

La palabra de Yahveh fue dirigida a Jonás, hijo de Amittay, en estos términos: «Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella que su maldad ha subido hasta mí.» Jonás se levantó para huir a Tarsis, lejos de Yahveh, y bajó a Joppe, donde encontró un barco que salía para Tarsis: pagó su pasaje y se embarcó para ir con ellos a Tarsis, lejos de Yahveh. Pero Yahveh desencadenó un gran viento sobre el mar, y hubo en el mar una borrasca tan violenta que el barco amenazaba romperse. Los marineros tuvieron miedo y se pusieron a invocar cada uno a su dios; luego echaron al mar la carga del barco para aligerarlo. Jonás, mientras tanto, había bajado al fondo del barco, se había acostado y dormía profundamente. El jefe de la tripulación se acercó a él y le dijo: «¿Qué haces aquí dormido? ¡Levántate e invoca a tu Dios! Quizás Dios se preocupe de nosotros y no perezcamos.» Luego se dijeron unos a otros: «Ea, echemos a suertes para saber por culpa de quién nos ha venido este mal.» Echaron a suertes, y la suerte cayó en Jonás. Entonces le dijeron: «Anda, indícanos tú, por quien nos ha venido este mal, cuál es tu oficio y de dónde vienes, cuál es tu país y de qué pueblo eres.» Les respondió: «Soy hebreo y temo a Yahveh, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra.» Aquellos hombres temieron mucho y le dijeron: «¿Por qué has hecho esto?» Pues supieron los hombres que iba huyendo lejos de Yahveh por lo que él había manifestado. Y le preguntaron: «¿Qué hemos de hacer contigo para que el mar se nos calme?» Pues el mar seguía encrespándose. Les respondió: «Agarradme y tiradme al mar, y el mar se os calmará, pues sé que es por mi culpa por lo que os ha sobrevenido esta gran borrasca.» Los hombres se pusieron a remar con ánimo de alcanzar la costa, pero no pudieron, porque el mar seguía encrespándose en torno a ellos. Entonces clamaron a Yahveh, diciendo: «¡Ah, Yahveh, no nos hagas perecer a causa de este hombre, ni pongas sobre nosotros sangre inocente, ya que tú, Yahveh, has obrado conforme a tu beneplácito!» Y, agarrando a Jonás, le tiraron al mar; y el mar calmó su furia. Y aquellos hombres temieron mucho a Yahveh; ofrecieron un sacrificio a Yahveh y le hicieron votos. Dispuso Yahveh un gran pez que se tragase a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches. Jonás oró a Yahveh su Dios desde el vientre del pez. Dijo: Desde mi angustia clamé a Yahveh y él me respondió; desde el seno del seol grité, y tú oíste mi voz. Me habías arrojado en lo más hondo, en el corazón del mar, una corriente me cercaba: todas tus olas y tus crestas pasaban sobre mí. Yo dije: ¡Arrojado estoy de delante de tus ojos! ¿Cómo volveré a contemplar tu santo Templo? Me envolvían las aguas hasta el alma, me cercaba el abismo, un alga se enredaba a mi cabeza. A las raíces de los montes descendí, a un país que echó sus cerrojos tras de mí para siempre, mas de la fosa tú sacaste mi vida, Yahveh, Dios mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo Templo. Los que veneran vanos ídolos su propia gracia abandonan. Mas yo con voz de acción de gracias te ofreceré sacrificios, los votos que hice cumpliré. ¡De Yahveh la salvación! Y Yahveh dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra. Por segunda vez fue dirigida la palabra de Yahveh a Jonás en estos términos: «Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad y proclama el mensaje que yo te diga.» Jonás se levantó y fue a Nínive conforme a la palabra de Yahveh. Nínive era una ciudad grandísima, de un recorrido de tres días. Jonás comenzó a adentrarse en la ciudad, e hizo un día de camino proclamando: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida.» Los ninivitas creyeron en Dios: ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal desde el mayor al menor. La palabra llegó hasta el rey de Nínive, que se levantó de su trono, se quitó su manto, se cubrió de sayal y se sentó en la ceniza. Luego mandó pregonar y decir en Nínive: «Por mandato del rey y de sus grandes, que hombres y bestias, ganado mayor y menor, no prueben bocado ni pasten ni beban agua. Que se cubran de sayal y clamen a Dios con fuerza; que cada uno se convierta de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos. ¡Quién sabe! Quizás vuelva Dios y se arrepienta, se vuelva del ardor de su cólera, y no perezcamos.» Vio Dios lo que hacían, cómo se convirtieron de su mala conducta, y se arrepintió Dios del mal que había determinado hacerles, y no lo hizo. Jonás, se disgustó mucho por esto y se irritó; y oró a Yahveh diciendo: «¡Ah, Yahveh!, ¿no es esto lo que yo decía cuando estaba todavía en mi tierra? Fue por eso por lo que me apresuré a huir a Tarsis. Porque bien sabía yo que tú eres un Dios clemente y misericordioso, tardo a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del mal. Y ahora, Yahveh, te suplico que me quites la vida, porque mejor me es la muerte que la vida.» Mas Yahveh dijo: «¿Te parece bien irritarte?» Salió Jonás de la ciudad y se sentó al oriente de la ciudad; allí se hizo una cabaña bajo la cual se sentó a la sombra, hasta ver qué sucedía en la ciudad. Entonces Yahveh Dios dispuso una planta de ricino que creciese por encima de Jonás para dar sombra a su cabeza y librarle así de su mal. Jonás se puso muy contento por aquel ricino. Pero al día siguiente, al rayar el alba, Yahveh mandó a un gusano, y el gusano picó al ricino, que se secó. Y al salir el sol, mandó Dios un sofocante viento solano. El sol hirió la cabeza de Jonás, y éste se desvaneció; se deseó la muerte y dijo: «¡Mejor me es la muerte que la vida!» Entonces Dios dijo a Jonás: «¿Te parece bien irritarte por ese ricino?» Respondió: «¡Sí, me parece bien irritarme hasta la muerte!» Y Yahveh dijo: «Tu tienes lástima de un ricino por el que nada te fatigaste, que no hiciste tú crecer, que en el término de una noche fue y en el término de una noche feneció. ¿Y no voy a tener lástima yo de Nínive, la gran ciudad, en la que hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda, y una gran cantidad de animales?» [SAOGM]

LECTOR

Lectura de la profecía de Daniel.

SACERDOTE / DIÁCONO

¡Sabiduría! ¡Atendamos!

LECTOR

Dn. 3:1-56

El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, de sesenta codos de alta por seis de ancha, y la erigió en el llano de Dura, en la provincia de Babilonia. El rey Nabucodonosor mandó a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas y jueces y a todas las autoridades provinciales, que se reunieran y asistieran a la dedicación de la estatua erigida por el rey Nabucodonosor. Se reunieron, pues, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas y jueces y todas las autoridades provinciales para la dedicación de la estatua erigida por el rey Nabucodonosor; todos estaban en pie ante la estatua erigida por el rey Nabucodonosor. El heraldo pregonó con fuerza: «A vosotros, pueblos, naciones y lenguas, se os hace saber: En el momento en que oigáis el cuerno, el pífano, la cítara, la sambuca, el salterio, la zampoña y toda clase de música, os postraréis y adoraréis la estatua de oro que ha erigido el rey Nabucodonosor. Aquél que no se postre y la adore, será inmediatamente arrojado en el horno de fuego ardiente.» Con tal motivo, en cuanto se oyó sonar el cuerno, el pífano, la cítara, la sambuca, el salterio, la zampoña y toda clase de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que había erigido el rey Nabucodonosor. Sin embargo, algunos caldeos se presentaron a denunciar a los judíos. Tomaron la palabra y dijeron al rey Nabucodonosor: «¡Viva el rey eternamente! Tú, oh rey, has ordenado que todo hombre, en cuanto oiga sonar el cuerno, el pífano, la cítara, la sambuca, el salterio, la zampoña y toda clase de música, se postre y adore la estatua de oro, y que aquél que no se postre para adorarla sea arrojado en el horno de fuego ardiente. Pues hay algunos judíos a quienes has encargado de la administración de la provincia de Babilonia: Sadrak, Mesak y Abed Negó, que no te hacen caso, oh rey; no sirven a tu dios ni adoran la estatua de oro que has erigido.» Ebrio de cólera, Nabucodonosor mandó llamar a Sadrak, Mesak y Abed Negó, que fueron introducidos ante el rey. Nabucodonosor tomó la palabra y dijo: «¿Es verdad, Sadrak, Mesak y Abed Negó, que no servís a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que yo he erigido? ¿Estáis dispuestos ahora, cuando oigáis sonar el cuerno, el pífano, la cítara, la sambuca, el salterio, la zampoña y toda clase de música, a postraros y adorar la estatua que yo he hecho? Si no la adoráis, seréis inmediatamente arrojados en el horno de fuego ardiente; y ¿qué dios os podrá librar de mis manos?» Sadrak, Mesak y Abed Negó tomaron la palabra y dijeron al rey Nabucodonosor: «No necesitamos darte una respuesta sobre este particular. Si nuestro Dios, a quien servimos, es capaz de librarnos, nos librará del horno de fuego ardiente y de tu mano, oh rey; y si no lo hace, has de saber, oh rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has erigido.» Entonces el rey Nabucodonosor, lleno de cólera y demudada la expresión de su rostro contra Sadrak, Mesak y Abed Negó, dio orden de que se encendiese el horno siete veces más de lo corriente, y mandó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrak, Mesak y Abed Negó y los arrojaran al horno de fuego ardiente. Fueron, pues, atados estos hombres, con sus zaragüelles, túnicas, gorros y vestidos, y arrojados al horno de fuego ardiente. Como la orden del rey era perentoria y el horno estaba excesivamente encendido, la llamarada mató a los hombres que habían llevado allá a Sadrak, Mesak y Abed Negó. Y los tres hombres, Sadrak, Mesak y Abed Negó, cayeron, atados, en medio del horno de fuego ardiente.Iban ellos entre las llamas alabando a Dios y bendiciendo al Señor. Y Azarías, de pie, en medio del fuego, tomó la palabro y oró así: “Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padres, digno de loor, y tu nombre sea glorificado eternamente. Por que eres justo en todo lo que nos has hecho, todas tus obras son verdad, rectos todos tus caminos, verdad todos tus juicios. Juicio fiel has en todo lo que a nosotros has traído, y sobre la ciudad santa de nuestros padres, Jerusalén. Pues con verdad y justicia has provocado todo esto, por nuestros pecados. Sí, pecamos, obramos inicuamente alejándonos Ti, sí, mucho en todo pecamos no dimos oído a tus mandamientos, no los observamos, no cumplimos lo que se nos mandaba para nuestro bien. Sí, todo lo que sobre nosotros has traído, todo lo que nos has hecho, con juicio fiel lo has hecho. Nos has entregado en juicio de nuestros enemigos, gentes sin ley, pésimos impíos, en manos de un rey injusto, el más perverso de la tierra toda. Y hoy no podemos abrir nuestra boca, la vergüenza y el oprobio han alcanzado a las que te sirven y te adoran. ¡Oh, no nos abandones para siempre, por amor de tu nombre, no repudies tu alianza, no nos retires tu misericordia, por Abraham tu amado, por Isaac tu siervo, por Israel tu santo, a quienes prometiste multiplicar su linaje como las estrellas del cielo y como la arena de la orilla del mar! Señor, que somos mas pequeños que todas las naciones, que hoy estamos humillados en toda la tierra, por causa de nuestros pecados; Ya o hay en esta hora, príncipe, profeta ni caudillo, holocausto, sacrificio, oblación ni incienso ni lugar donde ofrecerte primicias, Y hallar gracia a tus ojos. Mas con calma contrita y espíritu humillado te seamos aceptos, como con holocaustos de carneros y toros, y con millares de corderos pingües; tal sea hoy nuestro sacrificio ante Ti, y te agrade que plenamente te sigamos, porque no hay confusión para los que en Ti confían. Y ahora te seguimos de todo corazón, te tememos y buscamos tu rostro. No nos dejes en al confusión, trátanos conforme a tu bondad y según la abundancia de tu misericordia. Líbranos según tus maravillas, y da, Señor, gloria a tu nombre. Sean confundidos los que a tus siervos hacen daño, queden cubiertos de vergüenza, privados de todo poder, sea aplastada su fuerza. Y sepan que Tú eres el único Dios y Señor, glorioso por toda la tierra.” Los siervos del rey que los habían arrojado al horno no dejaban de atizar el fuego con nafta, pez, estopa y sarmientos, tanto que la llama se elevaba por encima del horno hasta cuarenta y nueve codos, y al extenderse abrazó a los caldeos que encontró alrededor del horno. Pero el ángel del Señor bajó al horno junto a Azarías y sus compañeros, empujó fuera del horno la llama de fuego, y les sopló, en medio del horno, como un frescor de brisa y de rocío, de suerte que el fuego no los tocó siquiera ni les causó dolor ni molestia. Entonces los tres, a coro, se pusieron a cantar, glorificando y bendiciendo a Dios dentro del horno, y diciendo: “Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padres, loado, exaltado eternamente. Bendito el santo nombre de tu gloria, loado, exaltado eternamente. Bendito seas en el templo de tu santa gloria, cantado, enaltecido eternamente. Bendito seas en el trono de tu reino, cantado exaltado eternamente. Bendito Tú, que sondas los abismos, que te sientas sobre los querubines, loado, exaltado eternamente. Bendito seas en el firmamento del cielo, cantado, glorificado eternamente.” [SAOGM]

CORO

Himno de los Tres Santos Jóvenes

Tono 1.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Obras todas del Señor, bendíganlo, alábenlo, ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Angeles del Señor, bendíganlo, alábenlo y glorifíquenlo eternamente. Cielos, bendigan al Señor, alábenlo y ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Aguas todas del cielo, bendigan al Señor, alábenlo y exáltenlo eternamente. Potencias todas del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Sol y luna, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Astros del cielo, alábenlo y ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Lluvia y rocío, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Vientos todos, alábenlo y ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Fuego y calor, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Frío y ardor, alábenlo y ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Rocíos y escarchas, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Hielos y frío, alábenlo y ensálcenlo enternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Heladas y nieves, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Noches y días, alábenlo y ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Luz y tinieblas, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Rayos y nubes, alábenlo y ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Tierra, alábalo y ensálzalo eternamente. Montes y cerros, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Todo lo que brota en la tierra, alábelo y ensálcelo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Vertientes, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Mares y ríos, alábenlo y ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Ballenas y peces, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Aves todas del cielo, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Fieras y animales, alábenlo y ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Hijos de los hombres, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Israel, alábalo y ensálzalo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Sacerdotes del Señor, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Servidores del Señor, alábenlo y ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Espíritus y almas de los justos, alábenlo y ensálcenlo eternamente. Santos y humildes de corazón, alábenlo y ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Ananías, Azarías, Misael, bendigan al Señor, alábenlo y ensálcenlo eternamente.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Bendigan al Señor, Apóstoles, Profetas y Mártires del Señor.

Canten al Señor, y exáltenle a Él por los siglos de los siglos.

Bendigamos al Padre al Hijo y al Espíritu Santo Señor; alabémosle y ensalcémosle por todos los siglos.

Bendecimos al Señor, al Padre, Hijo y Espíritu Santo. Al Señor cantamos y exaltamos por todos los siglos. [SAOGM]

Alabemos, bendigamos, y nos prosternemos ante el Señor.

Bendecimos al Señor, al Padre, Hijo y Espíritu Santo. Al Señor cantamos y exaltamos por todos los siglos. [SAOGM]

HIMNO TRISAGIO

DIÁCONO

Roguemos al Señor.

CORO

Señor, ten piedad.

SACERDOTE (en voz baja)

ORACIÓN DEL HIMNO TRISAGIO

Santo Dios, que descansas entre tus santos y eres alabado por los Serafines con el himno trisagio y glorificado por los Querubines y adorado por toda potestad celestial, tú que de la nada trajiste todo a la existencia, que creaste al hombre a tu imagen y semejanza, y lo adornaste con todos tus dones; Tú que das al suplicante sabiduría y prudencia, y no desprecias al pecador, sino que instituiste el arrepentimiento para su salvación; Tú que dignificaste, a nosotros tus humildes e indignos servidores, de estar ahora ante la gloria de tu Santo Altar y de ofrecerte la adoración y la alabanza que te son debidas; Tú mismo, Soberano, recibe, aun de la boca de nosotros, pecadores, el himno trisagio, y visítanos en tu bondad. Perdona todas nuestras transgresiones voluntarias e involuntarias; Santifica nuestras almas y cuerpos, y concede que te adoremos en santidad todos los días de nuestra vida; por las intercesiones de la santísima Teotocos y de todos los santos que desde el origen de los siglos te complacieron.

SACERDOTE (en voz alta)

Porque tú eres santo, Dios nuestro, y a ti rendimos gloria: al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre,

DIÁCONO

y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

EN LUGAR DE “SANTO DIOS”

Tono 1.

Ustedes que fueron bautizados en Cristo, de Cristo se han revestido. Aleluya. [SAOGM] (3 veces)

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

De Cristo se han revestido. Aleluya.

DIÁCONO

¡Fuerte!

DIÁCONO (en voz baja)

Ordena, Soberano.

SACERDOTE (en voz baja)

Bendito es aquel que viene en el nombre del Señor.

DIÁCONO (en voz baja)

Bendice, soberano, el excelso trono.

SACERDOTE (en voz baja)

Bendito eres en el trono de la gloria de tu reino, tú que estás sentado sobre los querubines, eternamente, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

CORO

¡Fuerte!

Ustedes que fueron bautizados en Cristo, de Cristo se han revestido. Aleluya.

LECTURAS

Lectura apostólica

DIÁCONO

¡Atendamos!

LECTOR

Proquímeno. Tono 5 (plagal 1). Salmo 65.

La tierra entera se postra ante ti y canta para ti.

Verso: Aclama a Dios, tierra entera.

DIÁCONO

¡Sabiduría!

LECTOR

Lectura de la carta de san Pablo a los Romanos.

DIÁCONO

¡Atendamos!

LECTOR

Rm. 6:3-11

Hermanos, cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos incorporados a su muerte. Por medio del bautismo fuimos, pues, sepultados con él en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo resucitó de entre los muertos mediante la portentosa actuación del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Porque si hemos sido injertados en él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos por una resurrección semejante. Sabemos así que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuera destruida nuestra naturaleza transgresora y dejáramos de ser esclavos del pecado. Pues el que está muerto queda libre del pecado. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no vuelve a morir, y que la muerte carece ya de poder sobre él. Su muerte implicó morir al pecado de una vez para siempre; mas su vida es un vivir para Dios. En consecuencia, también ustedes deben considerarse muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. [BJ-SAOGM]

SACERDOTE

Paz a ti lector.

En lugar de “Aleluya,” cantamos así:

Tono 7 (grave). Salmo 81.

SACERDOTE

Levántate Dios, ven a juzgar la tierra; porque Tú heredarás en todas las naciones.

El mismo himno se canta después de cada uno de los siguientes versos.

CORO

Verso: Dios se alza en la asamblea divina, para juzgar en medio de los dioses.

Verso: ¿Hasta cuándo juzgarán injustamente y harán acepción de malvados?

Verso: Defiendan al débil y al huérfano, hagan justicia al humilde y al pobre.

Verso: Liberen al débil y al indigente, arránquele de la mano del malvado.

Verso: No saben ni entienden, caminan a oscuras; vacilan los cimientos de la tierra.

Verso: Yo había dicho: “Ustedes son dioses, todos ustedes hijos del Altísimo.” Pero ahora morirán como el hombre, caerán como un príncipe cualquiera.

SACERDOTE (en voz baja)

ORACIÓN DEL SANTO EVANGELIO

Soberano filántropo, haz brillar en nuestros corazones la luz pura de tu conocimiento, y abre los ojos de nuestro entendimiento a la comprensión de tus predicaciones evangélicas; inculca asimismo en nosotros el temor de tus bienaventurados mandamientos a fin de que, habiendo pisoteado todos los deseos carnales, vayamos en busca de un espiritual modo de vida, pensando y obrando cuanto es de tu agrado. Porque tú eres la iluminación de nuestras almas y cuerpos, Cristo Dios, y a ti rendimos gloria junto con tu Padre que no tiene principio y con tu santísimo, bondadoso y vivificador Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio

Gran Sábado Santo

DIÁCONO

¡Sabiduría! ¡De pie! Escuchemos el santo Evangelio.

SACERDOTE

Paz a todos.

CORO

Y a tu espíritu.

DIÁCONO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

SACERDOTE

¡Atendamos!

CORO

¡Gloria a ti, Señor, gloria a ti!

DIÁCONO

28:1-20

Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Ángel dijo a las mujeres: “No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: ‘Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán’. Esto es lo que tenía que decirles”. Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y corrieron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: “Alégrense”. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea y allí me verán”. Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: “Digan así: “Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos”. Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo”. Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy. Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo. Amén.” [SAOGM]

SACERDOTE

Paz a ti, evangelizador.

CORO

¡Gloria a ti, Señor, gloria a ti!

SACERDOTE (en voz baja)

SEGUNDA ORACIÓN DE LOS FIELES

Dios, que visitaste en tu generosidad y misericordia a nuestra humildad, que nos colocaste a nosotros, pecadores e indignos siervos tuyos ante tu santa gloria para que sirvamos a tu santo altar: tú mismo fortalécenos con la fuerza de tu santo Espíritu para este ministerio y abre nuestros labios para poder invocar la gracia sobre los dones que ahora te serán ofrecidos.

SACERDOTE (en voz alta)

Para que siendo protegidos siempre bajo tu poder, te rindamos gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

GRAN ENTRADA

CORO

En lugar del himno querúbico normal.

Tono 5 (plagal 1).

Que todo mortal guarde silencio y esté en pié con temor y temblor sin pensar en nada terreno. Porque el Rey de Reyes y Señor de los señores, viene para ser sacrificado y entregado como alimento a los fieles. Delante de Él van los coros de los Ángeles con todos los principados y Potestades.

SACERDOTE (en voz baja)

ORACIÓN DEL HIMNO QUERÚBICO

Ninguno de los que se hallan atados por los deseos y placeres carnales es digno de llegar o de acercarse a ti, ni de servirte, rey de la gloria; pues el servirte es cosa grande y terrible aun para las potestades celestiales. No obstante, por tu indecible e infinito amor a la humanidad, te hiciste hombre sin cambio ni alteración, y te erigiste sumo sacerdote nuestro, concediéndonos a nosotros el ministerio de este litúrgico e incruento sacrificio, como Soberano de todo; puesto que sólo tú, Señor Dios nuestro, ejerces el dominio sobre todas las cosas celestiales y terrenales; tú que te asientas sobre el trono de los querubines; que eres el Señor de los serafines; que eres el Señor de los Serafines y el rey de Israel, el único santo, y descansas entre los santos. A ti, pues, dirijo mi súplica, único bueno y pronto para escuchar: Obsérvame a mí, tu pecador y inútil siervo y limpia mi alma y mi corazón de conciencia de malignidad; y hazme capaz por el poder de tu santo Espíritu, ya que me hallo investido de la gracia del sacerdocio, para estar ante esta tu santa mesa y ministrar tu santo e inmaculado Cuerpo y tu preciosa Sangre. Pues ante ti acudo e inclinado la cabeza te suplico; no apartes de mí tu rostro, ni me rechaces de entre tus hijos, sino dígnate aceptar de mí, tu servidor, pecador e indigno, estos dones; porque tú mismo eres quien ofrece y quién eres ofrecido, tú quien recibes y quién eres distribuido, Cristo Dios nuestro, y a ti rendimos gloria junto con tu Padre eterno y tu santísimo Espíritu bueno y vivificador, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

DIÁCONO

El Señor Dios se acuerde eternamente de todos ustedes y de todos los piadosos Cristianos Ortodoxos en su reino ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

Los Querubines de muchos ojos y los serafines de seis a las, que cubren su rostro clamando: Aleluya, aleluya, aleluya.

LETANÍA COMPLETIVA

DIÁCONO

Completemos nuestra súplica al Señor.

CORO (después de cada petición)

Señor, ten piedad.

DIÁCONO

Por los preciosos dones ya ofrecidos, roguemos al Señor.

Por esta santa morada y por todos los que en ella entran con fe, devoción y temor de Dios, roguemos al Señor.

Por nuestra liberación de toda tribulación, ira, peligro y necesidad, roguemos al Señor.

Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y protégenos, Dios, por tu gracia.

Que el día entero sea perfecto, santo, pacífico, y sin pecado, pidamos al Señor.

CORO (después de cada petición)

Concédelo, Señor.

DIÁCONO

Un ángel de paz, guía fiel y custodio de nuestras almas y cuerpos, pidamos al Señor.

Perdón y remisión de nuestros pecados y transgresiones, pidamos al Señor.

Cuanto es bueno y conveniente para nuestras almas, y por la paz del mundo, pidamos al Señor.

Que el tiempo restante de nuestra vida se complete en paz y penitencia, pidamos al Señor.

Un fin cristiano de nuestra vida, exento de dolor y vergüenza, pacífico, y una buena defensa ante el temible tribunal de Cristo, pidamos al Señor.

Conmemorando a la Santísima, pura, benditísima, y gloriosa doncella nuestra, la Teotocos y siempre Virgen María; con todos los santos, encomendémonos cada uno a sí mismo y unos a otros y nuestra vida entera a Cristo nuestro Dios.

CORO

A ti, Señor.

SACERDOTE (en voz baja)

ORACIÓN DEL OFERTORIO

Señor Dios nuestro, que nos creaste y nos introdujiste en esta vida y nos diste la revelación de los misterios celestiales: tú que nos pusiste en este ministerio por la fuerza de tu santo Espíritu: ten la bondad de concedernos Señor, que seamos servidores de tu Nuevo Testamento, servidores de tus santos misterios. Acéptanos por la magnitud de tu misericordia, a nosotros que nos acercamos a tu santo altar, para que seamos dignos de ofrecerte este sacrificio racional e incruento por nuestros pecados y por la ignorancia del pueblo. Y al recibirlo en tu santo, celestial y espiritual altar, en olor de fragancia, envíanos desde lo alto la gracia de tu Espíritu santo.

Vuélvete Dios, y mira este nuestro oficio y acéptalo como aceptaste los dones de Abel, los sacrificios de Noé, las ofrendas de frutos de la tierra de Abraham, el sacerdocio de Moisés y de Aarón, y la ofrenda de paz de Samuel. Así como recibiste de tus santos apóstoles este oficio verdadero, recibe Señor también por tu bondad, estos dones de las manos de nosotros pecadores; para que, después de habernos concedido servir sin mancha a tu santo altar, obtengamos la recompensa de los fieles y sabios administradores en el temible día de tu justa retribución.

SACERDOTE

Por las misericordias de tu Hijo Unigénito, con quien eres bendito junto con tu santísimo, bondadoso y vivificador Espíritu, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

SACERDOTE

Paz a todos.

CORO

Y a tu espíritu.

DIÁCONO

Amémonos unos a otros, para que, unánimemente, confesemos.

CORO

Al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: Trinidad, coesencial e indivisible.

O en las concelebraciones:

Te amaré Señor, fortaleza mía; el Señor es mi apoyo, mi refugio y mi libertador. [SAOGM]

DIÁCONO

¡Las puertas! ¡Las puertas! Con sabiduría atendamos.

TODOS

EL SÍMBOLO DE LA FE

Creo en un solo Dios Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Y en un solo Señor Jesús Cristo, unigénito Hijo de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos; Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma esencia que el Padre, por quien todo fue hecho. Quien por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos, y se encarnó del Espíritu santo y de María la Virgen, y se hizo hombre. Fue crucificado por nosotros bajo Poncio Pilato, padeció y fue sepultado. Y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras. Y ascendió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre. Y de nuevo vendrá, con gloria, para juzgar a los vivos y a los muertos y su reino no tendrá fin. Y en el Espíritu santo, Señor, vivificador, que procede del Padre, que junto con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, que habló por medio de los profetas. En la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Confieso un solo bautismo para la remisión de los pecados. Espero la resurrección de los muertos, y la vida en la era futura.

CORO

Amén.

SANTA OBLACIÓN

DIÁCONO

Dispongámonos bien. Dispongámonos con temor, estemos atentos a la santa oblación que ofrecemos en paz.

CORO

Misericordia de paz, sacrificio de alabanza.

SACERDOTE

La gracia de nuestro Señor Jesús Cristo, y el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu santo sean con todos ustedes.

CORO

Y con tu espíritu.

SACERDOTE

Elevemos los corazones.

CORO

Los tenemos hacia el Señor.

SACERDOTE

Demos gracias al Señor.

CORO

Es digno y justo.

SACERDOTE (en voz baja)

Tú, que eres soberano, adorado Señor y Padre omnipotente: es realmente digno y justo, y conviene a la magnificencia de tu santidad, alabarte, cantarte, adorarte, agradecerte, glorificarte a ti, el único Dios realmente existente, y ofrecerte, con el corazón contrito y en espíritu de humildad, este nuestro oficio racional; pues tú eres quien nos dio el conocimiento de tu verdad. ¿Y quién es capaz de proclamar tu poder, hacer escuchar todas tus alabanzas, o narrar todos tus milagros en todo tiempo?

Rey de todos, Señor del cielo y de la tierra y de todo lo creado, lo visible y lo invisible, que estás sentado en un trono de gloria y miras los espacios infinitos; que no tienes comienzo, que eres invisible, inconcebible, indescriptible, inmutable, Padre de nuestro Señor, gran Dios y Salvador, Jesús Cristo, nuestra esperanza; quien es la imagen de tu bondad y signo exacto de ella; que en sí mismo te representa a ti, Padre, siendo Verbo vivo, Dios verdadero, sabiduría eterna, vida, santificación, poder, luz verdadera; por el cual se manifestó el Espíritu Santo, Espíritu de verdad, don de filiación, promesa de herencia futura, principio de los bienes eternos, fuerza vivificadora, fuente de santificación que otorga fuerza a toda criatura de habla e inteligencia para servirte y ofrecerte constantemente la glorificación racional; porque todos te sirven a ti.

Pues a ti alaban los ángeles, los arcángeles, los tronos, los dominios, los principados, las potestades, las fuerzas y los querubines de muchos ojos. En torno tuyo se encuentran los serafines, cada uno con seis alas, con dos se cubren la cara, con dos los pies, y con dos vuelan, exclamando cada uno después del otro, con voz interminable, glorificaciones incesantes.

SACERDOTE (en voz alta)

Cantando el himno de la victoria, proclamando, exclamando y diciendo.

CORO

Santo, santo, santo, Señor Sabaot, plenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en las alturas: bendito el que viene en el nombre del Señor. Hosanna en las alturas.

SACERDOTE (en voz baja)

Con estas bienaventuradas potestades, Soberano que amas a la humanidad, también nosotros, pecadores, clamamos y decimos: Santo eres realmente y santísimo, y no existe medida para la magnificencia de tu santidad, y eres justo en todas tus obras, porque todo nos has hecho conforme a la verdad y a la justicia. Al crear al hombre tomaste polvo de la tierra, lo honraste con tu imagen, Dios, y lo ubicaste en el paraíso de la dulzura, prometiéndole una vida inmortal y el gozo de tus bienes eternos por el cumplimiento de tus mandamientos; pero habiéndote desobedecido a ti, al Dios verdadero que lo creó, y atraído por el engaño de la serpiente y mortificado por sus pecados, lo expulsaste Dios por tu justa sentencia del paraíso a este mundo, devolviéndole a la tierra de la que fue tomado, preparándole su salvación por un nuevo nacimiento en tu propio Cristo.

Pues no rechazaste del todo a tu criatura que has creado, Bondadoso, ni te olvidaste de la obra de tus manos, sino que la visitaste repetidamente por la misericordia de tu gracia: enviaste profetas, obraste milagros por medio de tus santos, que te complacieron cada uno a su modo; nos hablaste por la boca de tus siervos, los profetas, prediciéndonos la salvación que había de venir; estableciste la Ley para nuestra ayuda; pusiste ángeles guardianes.

Al cumplirse el tiempo nos hablaste por medio de tu propio Hijo, por el cual creaste los siglos, el cual es resplandor de tu gloria e imagen de tu hipóstasis; sosteniéndolo todo por el verbo de su fuerza, no se apropió indebidamente el ser igual a ti, Dios y Padre, sino que siendo Dios eterno apareció en la tierra y vivió con los hombres; se encarnó de la Santa Virgen, se rebajó tomando el aspecto de un siervo, se hizo semejante al cuerpo de nuestra humildad para hacernos semejantes a la imagen de su gloria.

Y puesto que el pecado entró al mundo por el hombre, y por el pecado la muerte, tu Unigénito Hijo existente en tu seno, Dios y Padre, se dignó nacer de una mujer, la santísima siempre virgen María, y sometiéndose a la ley condenó el pecado por medio de su propia carne, para que muriendo en Adán se vuelva a la vida en tu propio Cristo; y después de haber vivido en este mundo, habiéndonos dado mandamientos salvadores, y apartado del engaño de los ídolos, nos trajo el conocimiento de ti, verdadero Dios y Padre, habiéndonos adquirido como gente elegida, sacerdocio real, pueblo santo; y habiéndonos purificado con el agua y santificado con el Espíritu santo, se entregó a sí mismo a cambio de la muerte, de la cual estábamos cautivos, vendidos por el pecado; y habiendo descendido al infierno por la cruz, para llenarlo todo de sí, venció los sufrimientos mortales; y resucitó al tercer día, abriendo a toda carne el camino de la resurrección de entre los muertos, porque no era posible que la corrupción se apoderase del propio origen de la vida; se hizo el primero de los fallecidos y el primer surgido de entre los muertos, para ser él mismo todo, siendo el primero en todo; y habiendo ascendido a los cielos, se sentó en las alturas a la diestra de tu majestad, de donde vendrá para retribuir a cada uno según sus obras.

Nos dejó, como re cuerdo de su pasión salvadora, estos misterios que te ofrecemos conforme a sus preceptos; pues queriendo salir para su muerte voluntaria, digna de eterna memoria y vivificadora, en la noche en que se entregó por la vida del mundo, tomó el pan en sus santas y purísimas manos y lo elevó a ti, Dios y Padre, dio las gracias, lo bendijo, lo santificó, y partiéndolo,

SACERDOTE (en voz alta)

Lo dio a sus santos discípulos y apóstoles, diciendo: Tomen, coman, éste es mi Cuerpo que por ustedes es partido, para la remisión de los pecados.

CORO

Amén.

SACERDOTE (en voz baja)

Del mismo modo, tomó el cáliz del fruto de la vida, lo mezcló, dio las gracias, lo bendijo, y santificándolo,

SACERDOTE (en voz alta)

Lo dio a sus santos discípulos y apóstoles, diciendo: Beban todos de él, ésta es mi Sangre, la del nuevo testamento, que por ustedes y por muchos es derramada para la remisión de los pecados.

CORO

Amén.

SACERDOTE (en voz baja)

Hagan esto en memoria mía: cada vez que coman este pan y beban de este cáliz anuncian mi muerte y confiesan mi resurrección. Recordando, pues, también nosotros, Soberano, su salvadora pasión, su vivificadora cruz, su sepultura de tres días, su resurrección de entre los muertos, su ascensión a los cielos, su entronización en el trono que está a tu diestra, Dios y Padre, y su glorioso y temible segundo advenimiento.

SACERDOTE (en voz alta)

Te ofrecemos lo que es tuyo, de lo que es tuyo, en todo y por todo.

CORO

Te alabamos, te bendecimos, te damos gracias, Señor, y te suplicamos, oh Dios nuestro.

SACERDOTE (en voz baja)

Por todo aquello, Santísimo Soberano, también nosotros pecadores e indignos siervos tuyos, que somos honrados en servir a tu santísimo Altar, no en atención a nuestros méritos, pues no hicimos nada bueno en la tierra, sino por tu benevolencia y generosidad, que ampliamente derramaste sobre nosotros, nos atrevemos a acercarnos a tu santo altar y, ofreciéndote los signos representativos del santo Cuerpo y de la Sangre de tu Cristo, te rogamos e invocamos, oh Santo de los santos, que por la benignidad de tu benevolencia descienda el Espíritu santo sobre nosotros y sobre los dones que te presentamos, y que los bendiga, santifique y muestra que:

DIÁCONO (en voz baja)

Bendice, soberano, el santo pan.

SACERDOTE

Ciertamente este pan es el mismo valioso Cuerpo del Señor, Dios y Salvador nuestro, Jesús Cristo.

DIÁCONO

Amén.

Bendice, soberano, el santo cáliz.

SACERDOTE

Y ciertamente este cáliz contiene la valiosa Sangre del Señor, Dios y Salvador nuestro, Jesús Cristo.

DIÁCONO

Amén.

Bendice, soberano, juntamente los santos Dones.

SACERDOTE

Derramada por la vida y la salvación del mundo.

DIÁCONO

Amén. Amén. Amén.

SACERDOTE

Y a nosotros todos los que comulgamos de un mismo pan y de un mismo cáliz únenos los unos con los otros en la comunión de un solo Espíritu santo, y que ninguno de nosotros comulgue del santo Cuerpo y Sangre de tu Cristo para su juicio y condenación, sino que hallemos tu misericordia y gracia junto con todos los santos que te hayan complacido desde el principio de los siglos, los progenitores, padres, patriarcas, profetas, apóstoles, predicadores, evangelistas, mártires, confesores de la fe, maestros y toda alma justa fallecida en la fe.

SACERDOTE (en voz alta)

Especialmente por la santísima, purísima, benditísima, y gloriosa doncella nuestra, la Teotocos y siempre virgen María.

CORO

Himno a la Teotocos.

Toda la creación se alegra en ti, oh Llena de gracia, el coro de los ángeles y el género humano. Oh templo consagrado, paraíso espiritual y orgullo de la virginidad, de quien Dios encarnó y se hizo niño, el sempiterno Dios nuestro! Pues Él hizo de tu vientre un trono, y más amplias que los cielos tus entrañas. Toda la creación se alegra en ti, oh Llena de gracia: ¡Gloria a ti!

SACERDOTE (en voz baja)

Por el santo profeta, precursor y bautista Juan, por los santos gloriosos y venerabilísimos apóstoles, por (nombre del santo conmemorado hoy), cuya memoria celebramos, y por todos tus santos, por cuyas súplicas visítanos Dios.

Acuérdate también de todos los que fallecieron con la esperanza de la resurrección a la vida eterna. También Te rogamos por el eterno descanso y por la permanencia en el lugar de la luz perpetua de tus siervos (nombres de los difuntos), donde no hay tristeza ni angustia. Y hazlos descansar donde resplandece la luz de tu rostro.

También te rogamos Señor, que te acuerdes de tu santa Iglesia católica y apostólica, extendida de un extremo al otro del mundo, y concédele la paz, a ella que redimiste con la preciosa Sangre de tu Cristo, y afirma este santo templo hasta el fin de los siglos.

Acuérdate Señor, de los que te ofrecemos estos dones, y de aquellos en cuyo nombre, por medio de los cuales y por quienes te han sido ofrecidos. Acuérdate Señor, de los que traen frutos a tus santas Iglesias y hacen obras de bien, y se acuerdan de los pobres: retribúyeles con tus ricos y celestiales dones, dándoles lo celestial en vez de lo terrenal, lo eterno en vez de lo temporal, lo incorruptible en vez de lo corruptible. Acuérdate Señor, de los que habitan en los desiertos, en las sierras, en las cavernas y en los abismos terrestres. Acuérdate Señor, de los que perseveran en virginidad y piedad, llevando una vida de ayunos y de pureza.

Acuérdate Señor, de toda autoridad, gobierno y ejército: dándoles una profunda y perpetua paz; pon en sus corazones buenos sentimientos para con tu Iglesia y con todos tus fieles, para que pasemos bajo su gobierno una vida apacible y silenciosa con toda piedad y pureza. Conserva a los buenos en su bondad, convierte a los malos en buenos por tu bondad.

Acuérdate Señor, del pueblo aquí presente y de los ausentes por motivos justificados, y ten piedad para con ellos y con nosotros, debido a la muchedumbre de tu misericordia: llena sus haberes de todo lo bueno; conserva sus matrimonios; educa a los niños; dirige a la juventud, sostén a la vejez, consuela a los afligidos; reúne a los errantes; reintegra a tu santa Iglesia católica y apostólica a los que, seducidos, la han abandonado; libra a los oprimidos por los espíritus impuros; navega con los navegantes; viaja con los viajeros; ayuda a las viudas, protege a los huérfanos; libera a los cautivos; sana a los enfermos. Acuérdate Dios, de los que están ante los tribunales; de los mineros, de los presos, de los condenados a trabajos forzados; de los que sufren cualquier pena, necesidad o adversidad. Acuérdate también de todos los que necesitan tu gran misericordia: de los que nos aman y de los que nos odian, de los que se hayan encomendado a nuestras humildes oraciones, y de todo tu pueblo, Señor Dios nuestro, y derrama tu abundante clemencia, concediendo a cada uno lo necesario para su salvación. Y a quienes no hemos recordado por no conocerlos o haberlos olvidado, o debido a la gran cantidad de nombres; tú mismo Dios, conmemóralos, ya que conoces la edad y el nombre de cada cual, conociendo a cada uno desde el seno de su madre.

Pues tú eres, Señor, la ayuda de los que no tienen socorro, la esperanza de los desesperados, el salvador de los atormentados, el puerto de los navegantes, el médico de los enfermos. Sé tú mismo todo para todos, tú que conoces a cada cual: sus preocupaciones, su hogar y su necesidad. Protege, Señor, esta ciudad y cualquier ciudad o país de enfermedad infecciosa, hambre, sismo, inundación, incendio, espada, invasión de enemigos, y guerra civil.

SACERDOTE (en voz alta)

Primeramente acuérdate, Señor, de nuestro arzobispo (N.), consérvalo para tus santas iglesias, en paz, seguridad, honor, salud, larga vida, y que enseñe rectamente la palabra de tu verdad.

CORO

Señor, ten piedad.

DIÁCONO

Y de quienes tienen en mente cada uno; y de todos y de todas.

CORO

Señor, ten piedad.

SACERDOTE (en voz baja)

Acuérdate Señor, de todo episcopado ortodoxo que enseña fielmente la palabra de tu verdad. Acuérdate también Señor, en la abundancia de tu generosidad, de mi indignidad: perdóname mis faltas voluntarias e involuntarias; no sea que a causa de mis pecados prohíbas que descienda la gracia del Espíritu santo sobre los dones aquí ofrecidos. Acuérdate Señor, del presbiterado, del diaconado en Cristo y de todo el orden sacerdotal; y que ninguno de los que rodeamos tu santo altar sea avergonzado ante ti.

Visítanos con tu gracia, Señor; hazte presente a nosotros en tus abundantes generosidades. Envíanos vientos benignos y útiles, lluvias clementes para la fertilidad de la tierra; apacigua las discordias entre las iglesias, calma la rebelión de los paganos, destruye pronto las herejías por la fuerza de tu Espíritu santo; recíbenos a todos en tu reino haciéndonos hijos de la luz y del día. Danos tu paz y tu amor Señor Dios nuestro, pues tu nos has dado todo.

SACERDOTE (en voz alta)

Y concédenos que con una sola boca y un solo corazón glorifiquemos y alabemos tu honorabilísimo y magnífico nombre, del Padre y del Hijo y del Espíritu santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

SACERDOTE

Que las misericordias de nuestro gran Dios y Salvador Jesús Cristo sean con todos ustedes.

CORO

Y con tu espíritu.

ORACIÓN DEL SEÑOR

DIÁCONO

Conmemorando a todos los santos, una vez más en paz roguemos al señor.

CORO

Señor, ten piedad.

DIÁCONO

Por los preciosos dones ya ofrecidos y santificados, roguemos al Señor.

CORO

Señor, ten piedad.

DIÁCONO

Para que nuestro Dios filántropo, quien los aceptó en su santo, celestial y racional altar como olor de fragancia espiritual, nos envíe la divina gracia y los dones del Espíritu santo, roguemos.

CORO

Señor, ten piedad.


Mostrar Peticiones

__________

(Estas peticiones no se incluían originalmente. Probablemente fueron agregadas debido a la influencia de la Liturgia de los Dones Presantificados.)

DIÁCONO

Por nuestra liberación de toda tribulación, ira, peligro y necesidad, roguemos al Señor.

CORO

Señor, ten piedad.

DIÁCONO

Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y protégenos, Dios, por tu gracia.

CORO

Señor, ten piedad.

DIÁCONO

Que el día entero sea perfecto, santo, pacífico, y sin pecado, pidamos al Señor.

CORO (después de cada petición)

Concédelo, Señor.

DIÁCONO

Un ángel de paz, guía fiel y custodio de nuestras almas y cuerpos, pidamos al Señor.

Perdón y remisión de nuestros pecados y transgresiones, pidamos al Señor.

Cuanto es bueno y conveniente para nuestras almas, y por la paz del mundo, pidamos al Señor.

Que el tiempo restante de nuestra vida se complete en paz y penitencia, pidamos al Señor.

Un fin cristiano de nuestra vida, exento de dolor y vergüenza, pacífico, y una buena defensa ante el temible tribunal de Cristo, pidamos al Señor.

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Pidiendo por la unión de la fe y la comunión del Espíritu santo, encomendémonos cada uno a sí mismo, y unos a otros, y nuestra vida entera, a Cristo Dios.

CORO

A ti, Señor.

SACERDOTE (en voz baja)

Dios nuestro, Dios de la salvación, enséñanos tú mismo como agradecerte por todos los beneficios que nos otorgaste y sigues otorgándonos. Tú, Dios nuestro, que aceptaste estos dones, purifícanos de toda impureza de la carne y del espíritu, y enséñanos cómo realizar la santificación de tu nombre, con temor ante ti, para que recibiendo con el puro testimonio de nuestra conciencia una parte de tus santos misterios, nos unamos con el santo cuerpo y sangre de tu Cristo, y habiéndolos recibido dignamente tengamos a Cristo viviendo en nuestro corazón y seamos templo de tu Espíritu Santo.

Y sobre todo te rogamos Dios nuestro, que a ninguno de nosotros hagas culpable, ni enfermo de alma y cuerpo, ante tus temibles y celestiales misterios, por comulgar indignamente, sino que nos concedas recibir con dignidad hasta nuestro último suspiro una parte de tus misterios, como viático para la vida eterna y para una favorable defensa ante el temible tribunal de tu Cristo; para que también nosotros participemos, con todos los santos que desde el principio del tiempo supieron complacerte, de los eternos goces que has preparado, Señor, para los que te aman.

SACERDOTE (en voz alta)

Y haznos dignos, Soberano, de atrevernos a invocarte con confianza y sin condenación, a ti, Dios y Padre celestial, y decirte:

TODOS

ORACIÓN DEL SEÑOR

Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

SACERDOTE

Porque tuyos son el reino, y el poder, y la gloria: del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

INCLINACIÓN DE LAS CABEZAS

SACERDOTE

Paz a todos.

CORO

Y a tu espíritu.

DIÁCONO

Inclinemos la cabeza ante el Señor.

CORO

A ti, Señor.

SACERDOTE (en voz baja)

Señor y soberano Padre de toda bondad y Dios de todo consuelo: bendice, santifica, conserva, fortifica, afirma, y aparta de toda mala acción a los que ante ti inclinan su cabeza; únelos a toda acción buena y concédeles que comulguen sin reproche de estos tus purísimos y vivificadores misterios, para el perdón de los pecados y la comunión del Espíritu santo.

SACERDOTE (en voz alta)

Por la gracia, compasión y filantropía de tu Hijo Unigénito, con quien eres bendito, junto con tu santísimo, bondadoso y vivificador Espíritu, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

DIVINA COMUNIÓN

SACERDOTE (en voz baja)

Atiende Señor Jesús Cristo, Dios nuestro, desde tu santa morada y desde el trono de la gloria de tu reino, y ven a santificarnos, tú, que te asientas en las alturas con el Padre, y que estás aquí presente invisiblemente con nosotros; y dígnate concedernos, por tu poderosa mano, tu inmaculado Cuerpo y tu preciosa Sangre, y por nosotros a todo el pueblo.

DIÁCONO

¡Atendamos!

SACERDOTE

Los santos para los santos.

CORO

Uno es santo, uno es Señor, Jesús Cristo, para la gloria de Dios Padre. Amén.

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TODOS

ORACIONES ANTES DE LA COMUNIÓN

Los siguientes textos de la comunión pueden variar de una parroquia a otra, dependiendo de las costumbres locales.

Creo Señor, y confieso, que en verdad eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo a salvar a los pecadores de los que yo soy el primero. También creo que éste es tu mismo inmaculado Cuerpo y que ésta es tu misma preciosa Sangre. Por eso te imploro: ten piedad de mí y perdona mis culpas, voluntarias e involuntarias, las de palabra o de obra, cometidas a sabiendas o en ignorancia, y hazme digno, sin condenación, de participar de tus inmaculados misterios, para el perdón de mis pecados y para la vida eterna. Amén.

Ahora que me acerco a la divina comunión,

Hacedor, no me consumas por comulgar;

Ya que tú eres fuego que abrasa al indigno,

Sino purifícame de toda mancha.

De tu cena mística, este día, Hijo de Dios, recíbeme a comulgar, pues no revelaré a tus enemigos tus misterios, ni un beso te daré como Judas, sino que, como el ladrón te confieso: ¡Acuérdate de mí, Señor, en tu reino!

Tiembla, hombre, cuando contemples la Sangre deificante;

Es una brasa que consume al indigno.

El Cuerpo de Dios deifica y alimenta;

Deifica el espíritu y maravillosamente alimenta la mente.

Me sedujiste con ansia, Cristo, y con tu divino amor me convertiste. Consume ahora con fuego inmaterial mis pecados y hazme digno de saciarme del gozo que está en ti, para que saltando de alegría, bueno, magnifique tus dos advenimientos.

¿Cómo puedo yo, indigno, entrar en el esplendor de tus santos? Pues si me atrevo a entrar en la cámara nupcial mis vestidura me denunciará porque no es de bodas, y maniatado los ángeles me echarán. Limpia la inmundicia de mi alma y sálvame, Señor, pues eres filántropo.

Soberano, Filántropo, Señor Jesús Cristo, Dios mío, no sean para el juicio, por causa de mi indignidad, estos Santos Dones, sino para la purificación y santificación de mi alma y de mi cuerpo y para recibirlos como anticipo de la vida futura y tu reino; pues es bueno para mi aferrarme a Dios y poner en el Señor la esperanza de mi salvación.

De tu cena mística, este día, Hijo de Dios, recíbeme a comulgar, pues no revelaré a tus enemigos tus misterios, ni un beso te daré como Judas, sino que, como el ladrón te confieso: ¡Acuérdate de mí, Señor, en tu reino!

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CORO

Himno de la comunión. Salmo 77.

Se levantó el Señor, como cual duerme, y resucitó para salvarnos. Aleluya. [SAOGM] ¡Aleluya!

DIÁCONO

Acérquense con respeto de Dios, con fe y con amor.

El sacerdote toma el santo cáliz de las manos del diácono y le da la comunión a cada uno diciendo:

El (la) siervo (a) de Dios (N.) Comulga el valioso Cuerpo y Sangre del Señor, Dios y Salvador Jesús Cristo, para la remisión de tus pecados y para la vida eterna. Amén.

CORO

Himnos Durante la Divina Comunión

SACERDOTE

Salva, Dios, a tu pueblo y bendice a tu heredad.

CORO

Himno después de la comunión.

En lugar de “Vimos la luz verdadera”.

Acuérdate de nosotros también, oh Misericordioso, tal como te acordaste del ladrón, en el reino de los cielos. [JB]

DIÁCONO (en voz baja)

Eleva, soberano.

SACERDOTE (en voz baja)

Dios, elevada sea sobre los cielos y sobre toda la tierra tu gloria. (3 veces)

Bendito sea Dios nuestro.

SACERDOTE (en voz alta)

Eternamente, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

ACCIÓN DE GRACIAS

DIÁCONO

¡De pie! Habiendo comulgado los divinos, santos, inmaculados, inmortales, celestiales, vivificadores y estremecedores misterios de Cristo, agradezcamos dignamente al Señor.

CORO

Señor, ten piedad.

DIÁCONO

Ampáranos, sálvanos, ten piedad de nosotros y protégenos, Dios, por tu gracia.

CORO

Señor, ten piedad.

DIÁCONO

Habiendo pedido que cada día entero sea perfecto, santo, pacífico, y sin pecado, encomendémonos cada uno a sí mismo, y unos a otros, y nuestra vida entera, a Cristo nuestro Dios.

CORO

A ti, Señor.

SACERDOTE (en voz baja)

ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS

Te damos gracias Señor y Dios nuestro, por la comunión de tus santos, purísimos, inmortales y celestiales misterios que nos has dado para beneficio, santificación y curación de nuestras almas y cuerpos. Tú mismo Soberano de todos, haz que la comunión del santo Cuerpo y Sangre de tu Cristo se convierta para nosotros en fe sin tropiezo, en amor sin hipocresía, en aumento de sabiduría, en curación del alma y del cuerpo, en rechazo de todo lo adverso, en cumplimiento de tus mandamientos, en respuesta favorable en el temible tribunal de tu Cristo.

SACERDOTE (en voz alta)

Porque tú eres nuestra santificación y a ti rendimos gloria: al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

DESPEDIDA

SACERDOTE

Salgamos en paz.

DIÁCONO

Roguemos al Señor.

CORO

Señor, ten piedad.

SACERDOTE

ORACIÓN DETRÁS DEL AMBÓN

Como sacrificio de alabanza y adoración agradable, Tú aceptas este racional e incruento sacrificio de quienes con todo su corazón claman a ti, Cristo Dios nuestro, cordero inmaculado e Hijo de Dios, que quitas el pecado del mundo y fuiste sacrificado por nosotros voluntariamente; el dividido, pero no desunido; el comido, pero no consumido; santifica a los que de ahí comen; que en memoria de tu pasión voluntaria y el vivificador levantamiento tuyo al tercer día, nos has hecho partícipes de los inefables y temibles misterios de tu santo Cuerpo y tu preciosa Sangre: ampáranos en tu santificación a nosotros tus servidores y ministros, a las autoridades civiles, a nuestras fuerzas armadas y al pueblo aquí presente.

Concédenos en todo tiempo y en toda hora meditar en tu bondad para que siendo conducidos de acuerdo a tu voluntad y haciendo las cosas que te agradan, podamos hacernos dignos de un lugar a tu diestra cuando vengas a juzgar a los vivos y a los muertos. Rescata a nuestros hermanos que están cautivos; visita a los que están en la enfermedad; guía a los que están en peligro en el mar; y da reposo, donde la luz de tu rostro les ilumine, a las almas de los que nos han precedido en el descanso con la esperanza de la resurrección a la vida eterna; y escucha a todos los que buscan tu ayuda.

Porque tú eres el dador de bondades, y a ti rendimos gloria, junto con tu Padre que no tiene principio, y tu santísimo y bondadoso y vivificador Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

Sea el nombre del Señor bendecido desde ahora y por los siglos. [SAOGM] (3 veces)

ORACIÓN DURANTE LA RECOLECCIÓN DE LOS DONES

SACERDOTE (en voz baja)

Ha sido terminado y realizado, según nuestras posibilidades, Cristo nuestro Dios, el misterio de tu providencia: pues tenemos el recuerdo de tu muerte, vimos la imagen de tu resurrección, nos llenamos de tu vida infinita, gozamos de tu alimento inagotable, del cual concédenos ser dignos también en el mundo futuro, por la gracia de tu Padre que no tiene principio y de tu santo, bondadoso y vivificador Espíritu, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

DIÁCONO

Roguemos al Señor.

CORO

Señor, ten piedad.

SACERDOTE

La bendición del Señor y su misericordia vengan sobre ustedes, por su divina gracia y su filantropía, eternamente, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

CORO

Amén.

SACERDOTE

El que resucitó de entre los muertos, Cristo, verdadero Dios nuestro, por las intercesiones de su purísima e inmaculada Madre, por el poder de la vivificante y preciosa Cruz, la protección de las celestiales potestades incorpóreas, las súplicas del venerable y glorioso profeta, precursor y bautista Juan, de los santos, gloriosos y alabadísimos apóstoles, de los santos, gloriosos y victoriosos mártires, de nuestros justos y teóforos padres, (santo patrono del templo local); de los santos y justos familiares del Señor, Joaquín y Ana, y de todos los santos, tenga misericordia de nosotros y sálvanos, pues eres un Dios bondadoso y filántropo.

CORO

Al que nos bendice y santifica, conserva Señor, por muchos años.

SACERDOTE

Por las oraciones de nuestros santos padres, Señor Jesús Cristo Dios, ten piedad de nosotros y sálvanos.

CORO

Amén.